Una pérdida de casi 4,000 gigatones de hielo ha experimentado la Antártica desde 1994, según determinaron expertos de la Universidad de California en San Diego.
El volumen es difícil de imaginar, considerando que un gigatón equivale a un billón (1,000 millones) de toneladas. Como sea, el deshielo ha producido en los últimos 25 años el agua necesaria para llenar el Gran Cañón del Colorado.
Los científicos de la Institución Scripps de Oceanografía recrearon detalladamente el proceso basándose en los registros de cuatro misiones satelitales de la Agencia Espacial Europea (ESA), los datos de velocidad del hielo de la NASA y modelos informáticos de la agencia estadounidense.
“Esta es la evidencia más convincente hasta ahora de que los cambios a largo plazo en el Océano Austral son la razón de la pérdida de hielo antártico que se encuentra en curso”, dijo el autor principal del estudio, Susheel Adusumilli.
El también estudiante graduado de Scripps comentó que “es increíble que podamos usar satélites que orbitan alrededor de 805 kilómetros (500 millas) sobre la Tierra para ver cambios en regiones del océano donde ni siquiera los barcos pueden ir».
Financiado por la NASA, el estudio fue publicado en la revista Nature Geoscience e incluye a coautores del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA, Investigación de la Tierra y el Espacio en Corvallis, Oregón y la Escuela de Minas de Colorado, detalló en un comunicado de prensa UC San Diego.
“Es difícil obtener información detallada sobre las plataformas de hielo de la Antártica debido a su gran tamaño y a la dificultad que tienen los científicos para alcanzarlas físicamente. Los satélites permiten el seguimiento durante todo el año y son la única forma práctica de recopilar información de forma rutinaria sobre la pérdida de hielo antártico”, agregó.
De acuerdo con la casa de estudios, el equipo utilizó datos de los satélites de radar de la ESA, que envían ondas de radio al suelo hasta 20,000 veces por segundo y miden el tiempo de viaje de esas ondas a medida que rebotan en el satélite. Con ellos, determinaron la altura precisa de la tierra o el hielo.
“El resultado del análisis de estas señales de radar es el primer estudio sobre los cambios en el derretimiento de todas las plataformas de hielo de la Antártica, que en conjunto cubren un área de 1,5 millones de kilómetros cuadrados (580.000 millas cuadradas), más de tres veces más grande que California”, añadió.
El registro de 25 años mostró que “hay mucha variación alrededor del continente blanco la velocidad a la que el océano está derritiendo las plataformas de hielo, pero en total, hay más pérdida que ganancia de masa de la plataforma de hielo”.
Aunque la pérdida de la plataforma de hielo en sí misma no contribuye directamente al aumento del nivel del mar porque las plataformas de hielo ya están flotando, puntualizó, las plataformas de hielo actúan como un amortiguador para ayudar a ralentizar el deslizamiento de las capas de hielo de la tierra al océano, y cuando se hacen más pequeñas, este efecto es debilitado.
“Si la capa de hielo de la Antártica occidental se derritiera por completo en el océano, elevaría el nivel del mar en todo el mundo en unos 3 metros (10 pies). Aunque esa cantidad de derretimiento es poco probable en las próximas décadas, incluso cuatro pulgadas de aumento del nivel del mar pueden duplicar la frecuencia de las inundaciones en la costa oeste de EEUU”, complementó.
Los investigadores también identificaron las profundidades del océano en las que se está derritiendo, informó UC San Diego. Esto es importante, dijeron los investigadores, porque el mayor derretimiento de las plataformas de hielo tiene importantes consecuencias ambientales más allá del aumento global del nivel del mar. El hielo derretido produce agua más fría y fresca que el océano circundante.
Según explicaron, dependiendo de dónde termine esta agua en el océano, puede tener un gran efecto en la circulación oceánica y el clima en todo el mundo.
“Ahora tenemos un registro continuo y detallado de cómo han cambiado todas las plataformas de hielo desde mediados de la década de 1990, y dónde ha entrado el agua de deshielo en el océano”, dijo la glacióloga Helen Amanda Fricker.
La también coautora del trabajo aseguró que «esto nos permitirá descifrar las fuerzas atmosféricas y oceánicas responsables de los cambios, y cómo el agua de deshielo afecta al océano, permitiéndonos mejorar los modelos que predicen el aumento futuro del nivel del mar».