El martes 15 de septiembre, la empresa taiwanesa TSMC dejó de producir los procesadores Kirin que ocupa Huawei en sus teléfonos celulares.
Para la elaboración de los chips, se requiere de tecnología de fabricación estadounidense. Y eso está prohibido por el veto que el gobierno de Estados Unidos impuso al gigante chino.
Esta situación provocó que Huawei tuviera que apresurarse a almacenar chips, según reconoció su presidente, Guo Ping, en un evento realizado en Shanghái, informó BBC News.
“La agresión continúa del gobierno de Estados Unidos nos ha puesto bajo una presión significativa y ha traído grandes desafíos a nuestra producción y operación. En este momento, la supervivencia es la meta”, añadió Ping.
El mandamás de Huawei aseguró que la compañía tenía suministros suficientes para mantener sus operaciones de empresa a empresa —como la infraestructura 5G— funcionando sin problemas.
Pero está enfrentando una grave escasez de piezas clave para su negocio de teléfonos inteligentes, sector en el que sigue siendo uno de los fabricantes más grandes del mundo.
Huawei está buscando nuevos proveedores y Guo sugirió al fabricante de chips Qualcomm como un posible socio, siempre y cuando este último pueda obtener un permiso e Estados Unidos para suministrarlos.
“Si el gobierno de Estados Unidos lo permite, todavía estamos dispuestos a comprar productos de empresas estadounidenses”, señaló.
La escasez de chips no es el único problema al que se enfrenta Huawei: está a punto de comenzar la transición de sus teléfonos a su propio sistema operativo, Harmony, en lugar de Android.
Mientras tanto, el gobierno de Beijing es profundamente crítico con las acciones de Estados Unidos, acusándolo de una “abierta intimidación” a las empresas tecnológicas chinas.
La instancia liderada por Xi Jinping considera las acusaciones de peligro para la seguridad nacional como una cortina de humo y alega que las restricciones son un intento de dañar la competencia con las empresas estadounidenses.