La respuesta automatizada a un correo electrónico dejó frío a Aaron Ansuini, un estudiante de la Universidad Concordia, en Montreal, Canadá. Sobre las líneas del cuerpo del correo leyó un mensaje funesto: el profesor François-Marc Gagnon del departamento de Historia del Arte murió en 2019. Ansuini no lo creyó. Llevaba meses tomando clases en video que asumió eran parte de la nueva normalidad académica que trajo el COVID-19. Y aunque cierto, aquello era una verdad a medias. El profesor murió en 2019, antes del estallido de la pandemia de COVID-19, pero sus clases permanecen en línea en el archivo digital de la Universidad Concordia.
I mean, I guess I technically read texts written by people who’ve passed all the time, but it’s the fact that I looked up his email to send him a question and PULLED UP HIS MEMORIAM INSTEAD that just THREW ME OFF A LITTLE
— Aaron Ansuini 🍋🪴🌱 (@AaronLinguini) January 20, 2021
“Vaya, técnicamente leo textos de personas que han muerto todo el tiempo, pero el que le haya enviado un correo para preguntarle algo y terminar leyendo un memorial me tomó por sorpresa un poco”, dijo el estudiante en Twitter.
Y aunque la práctica de grabar clases con el objetivo de convertirlas en objetos recurrentes de consulta es cada vez más común, lo cierto es que el alumno vivió un momento incómodo absolutamente ligado a nuestra presencia en línea. Podremos dejar de existir en este mundo, pero de alguna forma nuestra presencia en línea quedará como una huella solo borrable por las particularidades de los servidores y la nube que, paradójicamente, es más bien terrenal y depende de que el cable de energía y los soportes de emergencia no fallen. Vaya, la historia del profesor es tan solo un funesto recordatorio de que, lo que se publica en internet, se queda para la posteridad. Del aprovechamiento capitalista del trabajo de un individuo que pasó a otra vida, ni hablar.
Aparte están los esfuerzos por construir presencias en línea que trascienden la muerte. Chats robotizados hasta ahora. En algún momento, quizá, el androide mostrado en la distopía de Black Mirror con el que una mujer trata de superar un duelo.