Si nuestra vida en línea abarca cada vez más expresiones de nuestra vida en el mundo tangible, ¿no habrían de replicarse ahí nuestras manías y trastornos mentales? Un grupo de investigadores de Inglaterra cree que efectivamente es el caso y su objeto de estudio es el acaparamiento digital.
Nick Neave, investigador de la Universidad de Northumbria, en Newcastle, estudia el fenómeno desde 2015, cuando describió un caso histórico que se convirtió en la primera evidencia clínica de acaparamiento digital. “Es una acumulación de archivos digitales hasta el punto de perder la perspectiva, lo que eventualmente resulta en estrés y desorganización”, dice el experto. Y aclara que, aunque guardar gigabytes de archivos digitales no interfiere con los espacios habitables, sí genera un impacto en nuestro funcionamiento.
El caso descrito por Neave en 2015 correspondió a un hombre de mediana edad, previamente diagnosticado con trastorno del espectro autista y que pasaba sus días tomando cientos de fotografías que más tarde organizaba en varios discos duros digitales. “Nunca usó ni miró las imágenes que había guardado, pero estaba convencido de que serían útiles en el futuro”, describió el investigador.
El caso sirvió de base para que Neave propusiera incluirlo en el Manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales el acaparamiento digital, que por ahora solo admite el acaparamiento físico. Pero el especialista sigue ahondando en el fenómeno —del que probablemente todos tengamos una manifestación— y, en colaboración con otros colegas, elaboró un estudio que describe, todos a partir de entrevistas clínicas, cuatro tipos de acaparamiento digital: ansioso, obediente, desorganizado y coleccionista.
El ansioso
Son aquellos que guardan archivos “por si acaso”. Según los investigadores, el tener a su disposición correos, documentos y otro tipo de archivos les generan una sensación de comodidad y seguridad.
El obediente
Esta manifestación está más ligada a los entornos laborales y por ello, apuntan los especialistas, genera menos apegos emocionales y en consecuencia, menos problemas psicológicos. No obstante, sí tienen el potencial de acarrear problemas de productividad (pasar horas buscando un archivo) o incluso, conflictos por el robo de información sensible.
El desorganizado
Tampoco es precisamente problemático para los individuos, cuya falta de interés en su archivo digital se refleja en desorganización. Archivos por aquí y por allá, así como carpetas difusas son algunas de sus características.
El coleccionista
Tienen un orden sistematizado sobre cómo categorizan los archivos, lo que a su vez les genera cierto orgullo. También adjudican un valor a los datos.