Siempre había contemplado la domótica como la aplicación más inteligente, en términos generales, de la tecnología al servicio del hombre; una casa conectada y gestionable desde cualquier punto del globo solamente podía ofrecer ventajas. Mis inicios se remontaron hace ya cinco años colocando un pequeño dispositivo que incluía una pequeña SIM al calentador de casa; ahora puedes verlo como algo alocado, pero en su momento lograba encender la calefacción en los helados días de invierno cuando volvía a casa de viaje. Hoy en día estos dispositivos, como bien sabes, han evolucionado hacia los termostatos inteligentes, bombillas conectadas o incluso enchufes con wifi. Pero el salto más dramático en la incursión de la domótica llegó cuando instalé en 2016 una cámara inteligente.
Antes de explayarme en las ventajas del cambio, recordaremos en qué consiste exactamente este dispositivo: se trata de una cámara, con una mayor o menor tecnología dependiendo del modelo, que se conecta a la red inalámbrica del hogar e informa al usuario de todo lo que sucede mediante alertas o consultas en vivo. La definición puede parecer simple pero no lo es el alcance del producto por lo que explico a continuación.
Adiós a los contratos, hola al control
Mi primera decisión, nada más haber usado durante un tiempo suficiente, la cámara, fue dar de baja la alarma conectada. Perdía el posible aviso a la policía en caso de robo y el efecto disuasorio de los indicativos de la empresa de seguridad, pero los beneficios no tardaron en llegar:
El fin de los contratos
Una alarma conectada a la central exige un contrato de suscripción mensual que, al cabo de un año, sufragaría el propio costo de la smart cam; las ventajas eran evidentes y se notaban en el bolsillo.
Control total
En mi caso, opté por una Netatmo Security, una cámara que cuenta con un «motor» de inteligencia artificial mediante el cual se reconocen los rostros de las personas que registra. Esto parecía algo menor al principio, pero pronto descubrí que sería transformador: como padre, la cámara me avisaba de la entrada de cada hijo, y en materia de seguridad, enviaba una alerta push en cuanto una persona no conocida accedía al domicilio.
Tranquilidad durante las ausencias
Uno de mis mayores temores al sustituir una alarma conectada a una central por una cámara inteligente era la posible pérdida de seguridad: en caso de intrusión no sonaría ninguna alarma ni se avisaría a la policía, pero pronto descubrí que era justo al contrario. En nuestras ausencias prologadas de casa (por ejemplo, en vacaciones) configuraba la cámara para alertarme de cualquier movimiento y en esto una smart cam no falla: si hay movimiento, lo detecta y avisa. Lógicamente, con este tipo de cámaras te puedes conectar de forma remota para ver lo que sucede y lo puedes hacer desde cualquier punto siempre y cuando tengas acceso a internet.
Por otro lado, en caso de detectar una intrusión en caso de ausencia, siempre podía dar yo aviso a la policía contando además con una grabación como prueba del acceso.
Una capacidad de configuración ilimitada
Otra de las ventajas de la surtida oferta de las cámaras inteligentes del mercado es que gracias a sus aplicaciones móviles, puedes configurar a voluntad las notificaciones push y almacenar las secuencias en la nube si es lo que deseas. Esto contrasta con una alarma conectada, que queda ajena al control del usuario salvo que se complique la vida haciendo peticiones extraordinarias al proveedor del servicio.
Lo que pedimos en el futuro a una cámara inteligente
La versatilidad de este producto lo convierte en algo imprescindible en un hogar conectado: una cámara proporciona seguridad y un gran valor añadido si tenemos en cuenta su costo. Pero podemos pedirle mucho más. ¿Cómo podría evolucionar este producto? La mala noticia es que, realmente, no lo ha hecho en exceso en prestaciones a lo largo de su vida: los fabricantes han mejorado la calidad del vídeo, ajustado los costos, mejorado las apps, pero no ha habido un salto sustancial en las prestaciones y es algo que se echa de menos.
Los que ya llevamos unos años con un equipo de estas características echamos en falta una mejora del hardware que haga el conjunto mucho más funcional. Y me estoy refiriendo a convertir la smart cam en una especie de centro de seguridad del hogar que, en un mismo dispositivo o comercializado en conjunto y por el mismo precio, ofrezca una sirena para los saltos de alarma, detector de humos y también de CO2. La idea es ofrecer un servicio integral al usuario en un solo dispositivo, y es algo que los fabricantes están haciendo de forma parcial y mediante complementos que al final, disparan el precio del conjunto y no son “cómodos” a la hora de instalarse.
En este sentido, dispositivos como Amazon Echo y Google Home están en una posición privilegiada para ocupar este espacio y estamos seguros de que habrá novedades en esta dirección. El gigante de Jeff Bezos ya ha actualizado sus Echo en Estados Unidos con la función ‘Guardián’ y esto parece que es solo el comienzo.