El cine siempre ha alimentado esa fantasía de que una enorme nave extraterrestre casi del tamaño de una ciudad como Washington o Nueva York pueda posarse en la Tierra y liberar su potencia conquistadoras sobre la humanidad. Y en el Pentágono no descartan esa opción de la existencia de una nave nodriza, al menos en la teoría.
Así lo manifestó Sean Kirkpatrick, director de la Oficina de Resolución de Anomalías del Pentágono (AARO), en un informe de investigación coescrito por Abraham Loeb, presidente del departamento de astronomía de la Universidad de Harvard.
«Un objeto interestelar artificial podría ser potencialmente una nave madre que libera muchas sondas pequeñas durante su paso cercano a la Tierra, una construcción operativa no muy diferente de las misiones de la NASA», sostuvo.
«Con el diseño adecuado, estas pequeñas sondas llegarían a la Tierra u otros planetas del sistema solar para su exploración, ya que la nave madre pasa dentro de una fracción de la separación Tierra-Sol, al igual que ‘Oumuamua‘», explicaron los autores. «Los astrónomos no podrían notar el rocío de las mini-sondas porque no reflejan suficiente luz solar para que los telescopios de rastreo existentes las noten».
El trabajo de investigación, titulado «Limitaciones físicas en fenómenos aéreos no identificados», se produce después de un mes de intenso escrutinio de objetos voladores no identificados, una tendencia conmovedora encendida cuando un globo espía chino cautivó a la nación al desplazarse a través del espacio aéreo estadounidense. Posteriormente se encontraron otros tres objetos no identificados.
Por eso, el 16 de febrero, los senadores Marco Rubio, republicano de Florida, Kirsten Gillibrand, demócrata de Nueva York, y otros 12 senadores enviaron una carta a la subsecretaria de Defensa Kathleen Hicks y a la subdirectora de Inteligencia Nacional Stacey Dixon pidiendo fondos completos para la AARO.