Muchos años antes de que marcas como Mattel y Disney vieran en la diversidad sexual una nueva mina de oro, un anime de chicas guerreras no tuvo reparo en mostrar, en una caricatura de consumo adolescente e incluso infantil, personajes homosexuales y transexuales.
Sailor Moon se transmitió por primera vez en la televisión de Japón el 7 de febrero de 1992. Apenas dos años atrás la Organización Mundial de la Salud había retirado a la homosexualidad de su lista de enfermedades mentales y la presencia de personas LGBTQ+ en la televisión se limitaba a personajes secundarios cuando no eran ridiculizados.
En Sailor Moon era diferente. Los personajes protagónicos tenían relaciones lésbicas que vivían su vida de pareja en total libertad, como Sailor Urano y Sailor Neptuno, que nunca tuvieron que salir del clóset, aunque sí reproducían el estereotipo de la lesbiana masculina y la lesbiana femenina. La misma Serena (Usagi en Japón) era cuando menos heteroflexible, pues en algunos capítulos mostró interés en una mujer pese a mantener una relación heterosexual con Mamoru, mejor conocido como Tuxedo Mask.
Pero la diversidad sexual de Sailor Moon no se limitó a sus heroínas, sino también a sus villanos. Zoicite y Kunzite, los enemigos a vencer del planeta Némesis, eran gais, mientras que Ojo de Pez, una villana que apareció bien avanzado el anime, era una mujer transexual.
Claro que tanta libertad sexual no fue bien vista en los años noventa, menos en la televisión pública que se encargó de retransmitir Sailor Moon en países como España, México y Chile. Cada adaptación incluyó cierto tipo de censura orientada a ocultar la diversidad sexual de sus personajes.
En España, por ejemplo, la relación gay entre los villanos Zoicite y Kunzite de plano fue sustituida por un vínculo familiar de tío y sobrino. En las adaptaciones latinoamericanas, Zoicite fue doblado como un personaje femenino, haciendo de su vínculo con Kunzite una relación heteroafectiva.
Independientemente de su exitoso legado como un anime y manga que hasta hoy produce contenido nuevo –este año se estrenó Sailor Moon Eternal–, para muchos de los niños, niñas y adolescentes que crecieron en los noventa, Sailor Moon significó la primera representación de personajes sexualmente diversos con los que se pudieron identificar. La teórica del arte chilena Valentina Lillo lo plasma fuerte y claro: “Pude reconocer que existían relaciones amorosas entre mujeres, marcó mi experiencia al descubrir mi sexualidad, no era algo raro, había más personas como yo”.