El domingo 27 de marzo de 2022, los Premios Óscar celebrarán la edición 94 en su historia. Sin embargo, lejos del glamour y las expectativas de años anteriores, esta podría ser su presentación más austera.
Los más críticos advierten un escenario pesimista, algo similar a lo que ocurrió con los últimos Globos de Oro, cuya ceremonia no contó con invitados y ni siquiera fue transmitida.
De hecho, los ganadores de las distintas categorías fueron anunciados apenas en la cuenta de Twitter de la organización.
En este contexto surge la pregunta: ¿no sería mejor que los Premios Óscar dejaran de existir? Además de lo ocurrido en los Golden Globes más recientes, los Óscar tienen otro antecedente preocupante. La edición 93, que se llevó a cabo el año pasado, posee el negativo registro de ser la menos vista en toda la historia de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas.
Según un artículo de Variety, la ceremonia de 2021 sufrió una caída en la audiencia que llegó a 58 por ciento. Así, si en 2020 los espectadores ascendieron a 23.64 millones, un año después esa cifra se derrumbó a 9.85 millones de personas.
Cabe recordar que, en su mejor momento, se estima que cerca de 40 millones de personas veían la ceremonia de los Premios Óscar.
Las señales
En 2018 la Academia ya anticipaba un horizonte oscuro. En aquel entonces, la organización implementó algunos cambios para que el evento resultara más atractivo.
Entre otros, se determinó que los premios más técnicos debían ser entregados durante las pausas comerciales; también que la ceremonia debía durar menos tiempo y no superar las tres horas y media, lo que resultaba demasiado extenso para un evento televisado.
También se propuso una nueva categoría que permitía que las personas eligieran la película más popular del año. Sin embargo, esa propuesta no prosperó sino hasta 2022.
De hecho, hace algunos días la Academia señaló que las personas podrían elegir su cinta favorita vía Twitter, sin importar si está o no nominada.
El problema es que la más votada no será premiada ni recibirá una estatuilla en la ceremonia. Su distinción consistirá en una mención durante el evento.
Por lo mismo, se percibe que la intención de los organizadores es llegar a las personas que no están conformes con la lista de películas nominadas, particularmente las de superhéroes.
Este es, precisamente, uno de los puntos que más se le critica a los Óscar, en especial en sus últimas ediciones. Una teoría dice que el público pierde interés en estos premios porque las películas ganadoras no coinciden con las más vistas de la cartelera.
La culpa también sería de redes sociales. Muchas personas, sobre todo los más jóvenes, prefieren no mirar el evento televisivo y enterarse a través de Twitter cuáles son las producciones premiadas, además de varios aspectos entretenidos que no forman parte de la transmisión oficial.
Lo que acá se apunta es que, en la actualidad, seguir los premios a través de las plataformas sociales resulta mucho más entretenido que pasar más de tres horas frente al televisor para enterarse de cuáles han sido las películas premiadas.
La crítica más importante, por lo tanto, es que los encargados detrás de los Premios Óscar no han sido capaces de adaptarse a los tiempos y ofrecer una ceremonia mucho más dinámica e interactiva. Se han propuesto cambios, es cierto, pero estos apenas resultan en una corrección de maquillaje y nada más.
La Academia debe tener en cuenta un dato relevante y que no se puede ignorar: nunca antes tan poca gente había visto la ceremonia o se había mostrado interesada por ella. Por lo mismo, si no es momento para dejar de existir, al menos lo es para llevar a cabo un cambio profundo y relevante, pero en serio.