Algoritmos a parte, estoy seguro que junto con el meme de Anakin y Padme una de las “plantillas” más recurrentes que veo tiene que ver con He-Man, el rubio y fornido héroe de las caricaturas ochenteras que llenó las pantallas de Canal 5 en México, y según me entero, de millones de televisiones en Sudamérica a finales de los 80 y principios de los 90, y no sé si habrán sido millones, pero al menos unas cientos de miles hace un par de años con el estreno de Master of The Universe: Revelation en Netflix. ¿Por qué nos causa tanta nostalgia He-Man y el castillo de Greyskull? Después de leer un poco sobre cómo nació la caricatura creo tener una respuesta, que por cierto, está muy ligada al meme.
Resultado de un desprecio y una mentira
Era 1976 y George Lucas, que entonces terminaba la producción de Star Wars: A New Hope, exploraba la posibilidad de licenciar los personajes a una juguetera. La elegida, desde luego, era Mattel, que ,sin embargo, vio con desprecio a personajes como Darth Vader y Luke Skywalker. Fue así como los juguetes de Star Wars acabaron en manos de Kenner, que pasó de ser una pequeña juguetera a una fábrica de imprimir billetes. Ese desprecio se tradujo en la orden de revisar minuciosamente cualquier propuesta para fabricar juguetes, Mattel ya había extraviado los caminos de La Fuerza, pero ansiaba tener El Poder.
Para 1981 Mattel se preparaba para fabricar una línea de juguetes basada en uno de los héroes ochentero por excelencia, Arnold Schwarzenegger, que estaba por estrenar la película Conan The Barbarian. Sin embargo, las escenas sexuales y de violencia significan un foco rojo para Mattel, así que dio marcha atrás al proyecto. No obstante, fue ahí cuando se empezó a forjar la idea de He-Man: un guerrero fornido que combatía a fuerzas de un mal fantasioso usando una espada. El éxito de Thundarr the Barbarian, una especie de proto He-Man, dieron a Mattel el último empujón y así comenzó la fabricación de la línea de juguetes de He-Man, que inicialmente iba a llamarse Lords of Power y no Masters of the Universe, como se le conoció finalmente.
Ahora hacía falta una última cuestión. La mercadotecnia en los 80 era sumamente diferente a la publicidad de la era de internet, así que para que He-Man triunfara había que tener el apoyo de las principales cadenas de juguetes. Mark Ellis, entonces director de mercadotecnia de Mattel, convocó a los líderes de las principales jugueterías. Ellis habló de cómics editados por DC, una estrategia que cayó por su propio peso cuando uno de los jugueteros dijo que los niños de seis años no leían. Ellis improvisó y soltó que estaba por hablar de la caricatura en producción. La promesa de la caricatura cerró el trato, pero ahora había otro problema: tal caricatura no existía ni iba a existir.
Una caricatura legendaria
Aquella mentira de Ellis obligó a Mattel a buscar a marchas forzadas un estudio de animación dispuesto a producir Lords of Power. Con el tiempo encima, estudios como Hanna-Barbera rechazaron el proyecto, siendo Filmation quien aceptó realizarlo.
He-Man llegó a las tiendas en diciembre de 1982 bajo el nombre de Masters of the Universe, un cambio realizado por temor a que el concepto de Lords of Power generara algún tipo de controversia religiosa. La caricatura se estrenó casi un año después, en septiembre de 1983. Parte de su éxito fue lo cuidada que estaba en términos de violencia. Si se mira con detenimiento, He-Man nunca da un golpe con el puño a sus contrincantes, y al final de cada episodio el héroe da una moraleja. Esos ajustes garantizaron que He-Man fuera segura incluso para las conservadoras asociaciones de padres de familia de Estados Unidos, que una década después acabarían escandalizadas con el videojuego Mortal Kombat, dando lugar a la Entertainment Software Ratings Board, que desde entonces otorga una clasificación a los videojuegos en Estados Unidos.
Entonces, ¿por qué nos causa tanta nostalgia He-Man y el castillo de Greyskull? Aunque me parece que la respuesta es enteramente personal, hablamos de uno de los fenómenos televisivos infantiles más importantes de los 80, y que aún años después de su estreno siguió marcando a varios niños. Aquella mezcla de juguetes deseados por todos, una caricatura con personajes entrañables y un héroe que daba moralejas que de una u otra forma inculcaban o reforzaban valores hicieron de He-Man un clásico sumamente explotable para la nostalgia de los milenials, ávidos de revivir tiempos asumidos como mejores.