Como si las cosas no pudieran ir peor para Joker: Folie à Deux, la secuela de Joker (2019) acaba de romper un récord indeseable en su segundo fin de semana en taquilla. Recaudó apenas 7 millones de dólares en Estados Unidos, una caída del 81 % respecto a los 37,8 millones que obtuvo en su estreno. No solo es la mayor caída para una película basada en cómics, sino una de las peores en la historia del cine.
Una razón clara de este fracaso es que Folie à Deux no cumplió las expectativas de gran parte del público. Las críticas negativas desanimaron a muchos espectadores potenciales, quienes ni siquiera quisieron darle una oportunidad. Sin embargo, esta percepción habría sido distinta si, desde el principio, la franquicia no hubiera estado conectada con DC Comics.
¡Atención! En este artículo puedes encontrar spoilers de Joker y Joker: Folie à Deux.
La apuesta arriesgada de un híbrido de musical y drama judicial
La primera entrega de Joker conectó con el público al presentar a Arthur Fleck (Joaquin Phoenix) como un hombre que refleja las frustraciones de quienes se sienten marginados por la sociedad. Tanto esta película como su secuela, ambas dirigidas por Todd Phillips, se centran en la psique de Arthur, enfatizando su sufrimiento en lugar de su rol como villano.
Sin embargo, a diferencia de la primera cinta, que incluía momentos caóticos y violentos, Folie à Deux tomó un rumbo más emocional y complejo. La historia se aleja del thriller violento para ofrecer un híbrido entre musical y drama judicial, donde Arthur enfrenta las consecuencias legales de sus actos y deja atrás su faceta de asesino. Este camino resulta lógico y coherente con los sucesos de la primera película, permitiendo explorar más a fondo su lucha interna y su búsqueda de identidad.
El enfoque en Folie à Deux es la introspección, con números musicales que reflejan la mente alterada del protagonista. Las canciones no son simples adornos, sino símbolos de su estado emocional: Arthur encuentra en la música un refugio, mientras que Lee/Harley Quinn (interpretada por Lady Gaga), su nuevo interés amoroso, aprovecha estas disociaciones para manipularlo.
Esta forma de expresión ya se sugería en la primera película, con Arthur bailando en solitario. Pero, en la secuela, esta faceta se intensifica, y la performance artística se convierte en su vía de escape más evidente.
Finalmente, en un giro que desconcertó a muchos fans, pero que encaja con la propuesta de la película, se sugiere que nunca existió realmente un “Joker”. Lo que vemos es simplemente un hombre roto que lucha por mantener la cordura y busca ser amado por lo que es, no por lo que representa.
La disonancia entre expectativas y realidad
El mayor problema de Folie à Deux fue la expectativa del público. Al ser una producción de DC Studios y Warner Bros., era comprensible que muchos esperaran al Joker caótico y peligroso que conocemos de los cómics, al estilo de la icónica interpretación de Heath Ledger en The Dark Knight. Sin embargo, la secuela ofreció algo muy diferente: un Arthur atrapado en un proceso legal, más preocupado por encontrar su identidad que por convertirse en un líder anárquico.
La película parece aludir a esta decepción. Así como Arthur pierde el apoyo de quienes lo rodean al abandonar su faceta criminal, el público dejó de respaldar la historia al no encontrar al Joker que esperaba.
¿Habría funcionado mejor sin el peso de DC Comics?
Folie à Deux plantea una reflexión inevitable: esta franquicia podría haber funcionado mejor si se hubiera desligado completamente del universo DC desde el principio. La historia de Arthur Fleck encajaría más naturalmente como un thriller psicológico independiente, en la línea de las películas que la inspiran, como Taxi Driver o The King of Comedy. Ambas cintas exploran personajes emocionalmente inestables empujados hacia la violencia por circunstancias desesperadas.
Sin las referencias a Gotham, Thomas Wayne, Harvey Dent y el nombre “Joker”, quedaría una historia sobre una persona con trastornos mentales severos, agravados por traumas, abusos y abandono. En definitiva, la transformación de Arthur en un asesino se percibe más como el desenlace de un sufrimiento no tratado que la evolución de un supervillano.
Además, sin la carga de las expectativas impuestas por la marca DC, la película habría tenido mayor libertad para profundizar en los conflictos internos del protagonista y explorar recursos narrativos sin la presión de complacer a los fans de los cómics. Asimismo, quizá la audiencia habría valorado mejor esta propuesta artística e introspectiva en lugar de buscar las hazañas delictivas típicas del Joker.
Riesgos narrativos que dividieron opiniones
Si bien Joker: Folie à Deux tiene sus méritos artísticos, no todos sus riesgos narrativos lograron el impacto deseado. Algunos números musicales y escenas resultan demasiado largos o incluso innecesarios, como la secuencia en la que Lee fuma y baila fuera del tribunal antes de ingresar al juicio de Arthur. Además, varias escenas presentadas en los tráilers y el póster oficial no llegaron al corte final, lo que generó confusión entre el público.
Sin embargo, la película también tiene momentos brillantes. Las interpretaciones de Joaquin Phoenix y Lady Gaga son excepcionales, al igual que la cinematografía y la selección musical. Una instancia especialmente destacada es cuando Lee dibuja una sonrisa en el vidrio que coincide con la de Arthur, mientras canta “Close to You” de The Carpenters. Es un momento íntimo y nostálgico que encapsula la esencia de la película y trasciende la pantalla.
La amarga verdad: el público prefería al espectáculo del Joker
En resumen, Joker: Folie à Deux es una película ambiciosa que desafía las expectativas del cine de superhéroes. Su enfoque psicológico y sus números musicales pudieron atraer a quienes aprecian formas alternativas de arte, pero no fue suficiente para conquistar a la mayoría de los fans.
La moraleja es clara: el riesgo narrativo es un arma de doble filo. Todd Phillips intentó crear una secuela introspectiva que rompiera con las convenciones del género, pero las expectativas del público terminaron jugando en su contra.
Finalmente, la película revela una amarga verdad: la mayoría de las personas prefiere al Joker como espectáculo, no a Arthur como persona. Tanto en la ficción como en la realidad, la sociedad tiende a ignorar al ser humano detrás del villano y enfocarse únicamente en las acciones que lo definen como tal.