En mayo de 2018, Childish Gambino (alter ego musical del actor Donald Glover) lanzó “This is America”, un sencillo de trap y hip hop político que inmediatamente ganó mucha popularidad, incluso consiguió un Grammy a la mejor canción del año.
La pieza musical incluye cambios bruscos y repentinos entre sus melodías corales y también tiene elementos de percusión sombríos que vienen del subgénero trap. De esa forma, de un momento a otro pasa de un agradable coro de góspel a una sección con una atmósfera más amenazante, lo que hace que la canción desafíe de manera constante las expectativas del oyente.
Es por eso que “This is America”, además de ser uno de los hits más escuchados, encabeza la lista de canciones que en su composición incluyen una “sorpresa armónica”, o bien, puntos en los que la música se desvía de las expectativas de los oyentes. Esto es lo que reveló un estudio publicado en Frontiers in Human Neuroscience.
“Los trabajos anteriores han demostrado que la música con más acordes ‘sorprendentes’ tiende a disfrutarse más que la música con estructuras armónicas más convencionales”, dicen en el estudio, el cual analiza los éxitos musicales de las listas Billboard entre 1958 y 2019.
En otras palabras, que las canciones más populares tengan un alto nivel de sorpresa armónica refleja que la gente prefiere la novedad y la variedad en una pieza musical; consumen canciones que rompen con los estándares convencionales.
El estudio también reveló que la sorpresa armónica en la música popular ha aumentado a lo largo de las décadas, fenómeno denominado como la “Hipótesis de sorpresa inflacionaria” por los autores. Para demostrar esto, tomaron las canciones más populares entre 2000 y 2019 y las dividieron en cuatro intervalos de tiempo consecutivos, y como se observa en el gráfico, “This is America” quedó en la cima.
Esto quiere decir que las canciones exitosas más recientes tienden a utilizar un conjunto de acordes más únicos e inesperados en promedio que los éxitos antiguos. Otro ejemplo de esto, como señala Ars Technica, sería la canción “Johnny B. Goode” de Chuck Berry (1958) contra “Smells Like Teen Spirit” de Nirvana (1991).
Según el neurocientífico y coautor del estudio, Scott Miles, “la música es cultura. La cultura evoluciona con el tiempo, por lo que el contenido de la música debe evolucionar a medida que pasa el tiempo para tener el mismo éxito que la que fue lanzada anteriormente”.
En conclusión, esa tendencia hacia la imprevisibilidad y lo inesperado tiene que ser más pronunciada con los años para lograr el mismo efecto.