Disney ha dado un giro estratégico sorprendente: en lugar de litigar contra OpenAI por el riesgo que representa Sora para su propiedad intelectual, la compañía ha decidido asociarse directamente, invirtiendo 1.000 millones de dólares en la compañía de Sam Altman y otorgando a su plataforma de generación de vídeos acceso a más de 200 personajes icónicos de sus principales franquicias. Este acuerdo de tres años, anunciado el 11 de diciembre de 2025, representa un punto de inflexión no solo para Disney sino para toda la industria del entretenimiento en su relación con la inteligencia artificial generativa.
Bajo los términos del acuerdo, los usuarios de Sora podrán generar vídeos cortos de formato social utilizando personajes animados, enmascarados y criaturas de Disney, Pixar, Marvel y Star Wars. Mickey Mouse, Minnie Mouse, Lilo y Stitch, Ariel, Belle, la Bestia, Cenicienta, Baymax, Simba, Mufasa, junto con figuras de Encanto, Frozen, Inside Out, Moana, Monstruos Inc., Toy Story, Up y Zootopia estarán disponibles para que fans creen sus propios vídeos. Del lado de Marvel, personajes como Black Panther, Capitán América, Deadpool, Groot, Iron Man, Loki y Thor tendrán representación, así como del universo Star Wars: Darth Vader, Han Solo, Luke Skywalker, Leia, el Mandaloriano, Soldados de Asalto y Yoda.
La claridad sobre lo que no está incluido es igualmente importante. El acuerdo excluye explícitamente las voces y rostros de actores reales, una protección crucial para el gremio de actores que ya enfrenta ansiedades significativas sobre cómo la IA puede replicar su trabajo. Solo personajes animados, ilustrados o enmascarados serán accesibles en Sora, una restricción que probablemente fue resultado de negociaciones internas con los sindicatos de actores de Hollywood y el reconocimiento de que incluir rostros humanos reales hubiera generado oposición inmediata de la Screen Actors Guild.
Lo que hace particularmente sofisticada esta alianza es que Disney no simplemente ha licenciado contenido: se ha convertido en un cliente comercial importante de OpenAI. Disney utilizará APIs de OpenAI para construir nuevos productos, herramientas y experiencias, incluyendo funcionalidades para Disney+, e implementará ChatGPT para sus empleados en procesos internos. Esto significa que OpenAI no solo obtiene acceso a propiedad intelectual valiosa; obtiene un cliente de clase mundial que validará la utilidad de sus herramientas en operaciones empresariales reales.
Robert Iger, CEO de Disney, articuló el razonamiento institucional del acuerdo de una manera que subraya cómo grandes corporaciones creativas ahora perciben la IA: no como amenaza existencial sino como oportunidad de distribución. “La innovación tecnológica ha moldeado continuamente la evolución del entretenimiento, trayendo nuevas formas de crear y compartir grandes historias con el mundo. La rápida transformación de la inteligencia artificial marca un momento importante para nuestra industria”.
Sam Altman, por su parte, utilizó el acuerdo como validación de su visión de OpenAI como empresa que respeta a creadores. “Disney es el estándar de oro global para la narrativa, y estamos entusiasmados de asociarnos para permitir que Sora y ChatGPT Images expandan la forma en que las personas crean y experimentan contenido fantástico”. La selección específica de “estándar de oro” es interesante porque Disney, históricamente, ha sido increíblemente protector de su propiedad intelectual, a menudo criticado por agresividad legal. Que Altman los describa como un estándar de oro sugiere que la compañía ha alcanzado un acuerdo que Disney percibe como justo.
El aspecto más significativo del acuerdo es lo que establece como precedente. Antes de esta alianza, OpenAI enfrentaba el dilema de una plataforma que permitía la generación de contenido con personajes protegidos sin ningún control. Cuando Sora fue lanzado en octubre de 2025, generó inmediatamente un huracán de crítica porque permitía que usuarios generaran vídeos de Mickey Mouse, Darth Vader, u otros personajes icónicos sin ningún permiso o compensación a sus propietarios. Disney inmediatamente bloqueó su contenido, indicando que OpenAI no había anticipado las implicaciones legales de permitir que usuarios generaran contenido con propiedad intelectual ajena.
El acuerdo Disney-OpenAI ahora establece un modelo que otros estudios de Hollywood probablemente seguirán. En lugar de litigar -un proceso costoso e impredecible- los propietarios de contenido pueden negociar licencias que les otorgan control sobre cómo se usan sus creaciones en plataformas de IA, así como acceso a ingresos generados. Esto es un cambio cualitativo respecto a cómo OpenAI operaba previamente, donde la compañía adoptaba una postura de “mejor pedir perdón que permiso”, haciendo y dejando que los afectados demandaran si lo deseaban.
El componente de seguridad del acuerdo es sofisticado. Disney y OpenAI han comprometido “medidas robustas” para evitar la generación de contenido ilegal o perjudicial, políticas apropiadas por edad, y controles razonables en todo el servicio.
Los creadores independientes, sin embargo, quedan en una posición más precaria. El acuerdo protege a megacorporaciones como Disney pero no necesariamente a artistas individuales cuyos trabajos pueden ser utilizados en Sora sin compensación. La pregunta abierta es si OpenAI negociará directamente con creadores individuales o si estos tendrán que organizarse en coaliciones para negociar protección similar a la que Disney obtuvo.