Debe haber más de una razón por la que Dilbert, la tira cómica de Scott Adams que versa sobre críticas hacia la cultura corporativa, ha sobrevivido más de 30 años de publicaciones ininterrumpidas, además de dar paso a adaptaciones televisivas y hasta una teoría crítica sobre la gestión de recursos humanos.
Todas esas razones bien podrían resumirse en que Dilbert ha recordado a millones de lectores por qué, en algún momento de nuestras vidas, nos hemos sentido miserables en el trabajo.
Si por casualidad no tienes idea de qué es Dilbert, va un resumen simplista. Dilbert es una tira cómica publicada desde el 16 de abril de 1989 por Scott Adams y que habla, en tono de sátira, sobre un ingeniero que trabaja en una empresa de tecnología y que sobrelleva su vida entre jefes incompetentes, compañeros de trabajo incómodos y juntas eternas, todo adornado por la coyuntura tecnológica del momento, con Zoom, por ejemplo, en los tiempos pandémicos.
Ha sido tal el impacto de Dilbert que, en sus poco más de 30 años de historia, se ha traducido en 25 lenguas, publicaciones en diarios de 25 países, una serie de televisión, videojuegos y por supuesto, artículos coleccionables. Pese a toda la parafernalia alrededor de Dilbert, con seguridad su mayor impacto cultural sea haber diseminado de una forma inocente la creencia de que la sociedad capitalista, y particularmente el corporativismo, premia la ineptitud.
Esa, al final de cuentas, es la tesis de El principio de Dilbert, descrito por el autor de la tira cómica en un artículo publicado por The Wall Street Journal y sobre el que más tarde profundizaría en un libro, también de tono satírico, escrito en 1996. Grosso modo, El principio de Dilbert señala que las empresas tienden a ascender a los empleados ineptos a fin de evitar que causen daños a la organización. La teoría recae sobre la tesis de que los empleados de la base de la empresa son quienes tienen mayor impacto en la productividad, de modo que retirar a los menos aptos con promociones termina siendo benéfico.
Aunque El principio de Dilbert cuenta con ciertos adeptos, son más los que señalan que la postura de Adams no se sostiene. Quizá la crítica más demoledora es que donde Adams ve incompetencia, otros ven el desarrollo de habilidades blandas, muy denostadas en el mundo del conocimiento técnico (por cierto, el caso de los ingenieros). Se podrá ser muy hábil haciendo cálculos, pero poco o nada en liderazgo y comunicación.
Pese a las críticas, es indudable que Dilbert da al punto en muchas de las situaciones que se viven en el mundo corporativo. Y en el terreno de las empresas de tecnología, donde Dilbert es especialmente popular, su sátira es contundente. Bien dicen que reírse de uno mismo es el pilar de la resiliencia.