Si bien es cierto que el tamaño puede ser importante cuando se trata de máquinas voladoras innovadoras, no necesariamente las más grandes son las mejores. Pocos robots ilustran ese punto mejor que el nuevo RoboBee X-Wing de la Universidad de Harvard, que es en realidad un dron con alas translúcidas, que mide solo 6.5 centímetros de alto y pesa solo 259 miligramos.
Con un diseño inspirado en los insectos, el RoboBee X-Wing se eleva hacia el cielo batiendo sus alas con una deslumbrante velocidad de 170 veces por segundo, pero a diferencia de otros robots voladores minúsculos que hemos visto, no tiene que estar conectado a una fuente de energía para poder volar.
“Este ha sido uno de los avances más importantes en el desarrollo de robots voladores del tamaño de la escala de insectos», dijo a Digital Trends el ingeniero Noah Jafferis, investigador asociado en Ciencia e Ingeniería Mecánica del Instituto Wyss de Harvard, “Sin energía a bordo, tales naves habían sido confinadas para operar solo en el laboratorio, pero ese ya no es el caso”
Sin embargo, Jafferis dice que aún queda mucho por hacer para permitir el vuelo autónomo. “Nuestros próximos pasos incluyen la integración de la detección y el control a bordo, y la mejora del rendimiento del dron para permitir el funcionamiento con luz solar natural e incluir baterías a bordo», señaló.
Aunque el robot puede funcionar con energía solar, todavía no se ha elevado a los cielos con luz natural, ya que requiere alrededor de tres veces la intensidad de la luz solar para poder volar. No obstante, como señala Jafferis, este es un avance crucial en el campo de los robots voladores diminutos.
RoboBee X-Wing es la secuela, en cierto modo, de un robot volador anterior desarrollado en Harvard llamado RoboBee. Los principales cambios en el diseño del nuevo dron incluyen el uso de cuatro alas en lugar de dos, lo que aumenta la eficiencia hasta en un 30 por ciento, y el diseño mejorado de la transmisión, lo que aumenta la elevación. Esto proporciona suficiente carga útil para integrar y conducir los componentes electrónicos y las células solares necesarias para que la máquina vuele sin ataduras.
«Las aplicaciones prácticas de este robot aún están un poco lejos, pero un enjambre de ellos podría ser utilizado algún día para formar una red de sensores, que serían distribuidos para el monitoreo ambiental y el mapeo de espacios confinados, como en zonas de desastre o sitios arqueológicos», explicó Jafferis. «También anticipamos que las tecnologías desarrolladas para crear este robot serán muy útiles para cualquier otro dispositivo a pequeña escala que tenga enormes limitaciones de masa y potencia, como dispositivos médicos o espaciales».
Si te interesa conocer más al respecto, un artículo que describe en detalle este proyecto fue publicado en la revista Nature.