Si bien es cierto que la gran mayoría de los dueños de drones vuelan sus máquinas de manera segura y responsable, hay un número de usuarios ignora las reglas y asume riesgos potencialmente catastróficos pensando que “no pasa nada”. Y por desgracia, sí que pasa, y mucho. Nos estamos refiriendo concretamente a volar estos dispositivos cerca de los aeropuertos, una actividad que va creciendo a medida que cada vez son más populares los drones.
No se ha investigado mucho sobre qué sucede tras el impacto de un un dron contra un avión y, afortunadamente, son muy pocos casos reales los registrados, pero un equipo del Instituto de Investigación de la Universidad de Dayton (UDRI) decidió trasladar en el laboratorio lo que sucedería realmente en un impacto para conocer más detalles. Los investigadores decidieron realizar una prueba que imitaba la colisión en el aire entre un avión no tripulado y un avión a una velocidad de impacto de 380 kilómetros hora.
El equipo analizó concienzudamente la orientación y la trayectoria del dispositivo no tripulado en una situación real y lanzó un DJI Phantom 2 de casi un kilo de peso contra el ala de un avión Mooney M20, un pequeño avión impulsado por propulsión.
Es posible que des por sentado que el dron se rompa inmediatamente en el impacto, pero no nos cabe duda que el registro de lo que sucede en el vídeo te va a dejar con la boca abierta: el dron rompe el borde delantero del ala al penetrar en el avión y se incrusta en ella; ahora imagina que eso suceda en pleno vuelo…
«Mientras que el dron queda destrozado, su energía y su masa se unieron para crear un daño significativo en el ala», dijo Kevin Poormon, líder del grupo de física de impacto en UDRI, explicando lo sucedido.
Poormon comentó que se van a realizar pruebas adicionales utilizando drones similares y más grandes en otras partes de una aeronave, como parabrisas y motores, para obtener más información sobre la amenaza real que supone para los aviones el vuelo de este tipo de dispositivos cerca de los aeródromos.
Si bien es cierto que la regulación existente en torno al vuelo de los drones es rigurosa y contempla casi todo tipo de escenarios, Poormon sugiere que los fabricantes deberían considerar diseñar drones que se rompan más fácilmente en el impacto y de esta manera, reducir el daño infringido en los objetos con los que chocan, como una forma adicional de aumentar la seguridad.
La prueba de UDRI se centró únicamente en el ala de un avión pequeño, pero para muchas personas el verdadero peligro reside en el impacto contra los motores a reacción. Como bien sabemos, los choques de aves pueden llegar a destrozar un motor y provocar aterrizajes de emergencia, pero… ¿qué pasa cuando lo que impacta es un dispositivo que contiene materiales más duros y lleva una batería de iones de litio potencialmente explosiva? Imagina este escenario después de una maniobra de despegue o aterrizaje con el motor a máxima potencia.
Que se tenga registro, hasta la fecha, solo se ha registrado un incidente en los EE. UU. de un dron impactando con un avión: sucedió en 2017 en la ciudad de Nueva York, e involucró un Phantom 4 y un helicóptero Black Hawk UH-60 del Ejército. En este incidente en particular, el dron salió claramente perdiendo.
Entre tanto y si quieres pasar un rato entretenido, también tenemos registro de accidentes de drones con consecuencias mucho menos dramáticas y que a buen seguro que te arrancan alguna sonrisa. Al final, un dron no deja de ser un dispositivo que se aleja del control humano en algunas circunstancias y siempre depende de su habilidad…