Los Chicago Cubs han ganado 3-2 a los Indians este lunes en las World Series y están haciéndose un hueco en el que sería su primer Clásico de otoño en mucho tiempo.
Y mientras siguen adelante con las Series, al menos el equipo puede relajarse o estar más tranquilo en relación a su sede que va camino a convertirse en la más cool sin lugar a dudas.
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Wrigley Field abrió sus puertas en 1902 y hasta hace poco tanto la sede como el club eran poco más que armarios para esconder escobas. Los jugadores chocaban continuamente para ir de un lado a otro. Pero la dirección de los Cubs decidió arreglarlo y comenzó un programa de renovación de cinco años que arrancó el invierno de 2014. Es más, ahora, los Chicago Cubs cuentan con la segunda mayor sede de un equipo de béisbol, sólo les superan los Yankees, a los que resulta muy difícil dejar en un segundo plano.
Los amplios armarios están ahora repletos de nuevas tecnologías. Y es que ahora todas las instalaciones son un gran punto de acceso Wi-Fi.
La sala de reproducción de vídeo está lista para ver muy de cerca cualquier juego. Y no sólo eso. La sede cuenta ahora con una «casillero ampliado, un centro acondicionado, unas áreas de entrenamiento, oficinas, un salón, una sala de prensa y, por supuesto, una sala para celebraciones, también conocida como “la sala de fiestas».
Aunque los Chicago Cubs puede que tengan que esperar un poco más para alcanzar un nuevo título, ya se han puesto al día tecnológicamente. De eso, no cabe ninguna duda. Según el Chicago Tribune, los trabajos en el área de los equipos visitantes de la nueva sede del club están programados para comenzar en 2018 y concluir en 2019. El equipo ha querido preocuparse primero por sus jugadores y sus chicos, pero la remodelación y renovación completa tendrá que esperar un poco más.
Después de todo, ¿por qué precipitarse? Y es que como bien dijo el manager de los Dodgers, Dave Roberts, al Tribune (con un guiño) durante las Series de junio: «Estos lugares cerrados aumentan la unidad del equipo”.
