Una noche estaba trabajando lo habitual. Terminaba de editar algunos textos y me disponía a hacer mi agenda para la semana. Había desenchufado mi laptop y pensaba en hacer lo último desde la cama. Cuando volteé a la pantalla de mi laptop vi la pantalla de la BIOS. Después de tratar de iniciar Windows me di cuenta que la unidad de almacenamiento desde donde se carga el sistema operativo simplemente no se comunicaba. Instalé Windows 11 en el disco duro extra que tengo montado para algunos archivos que uso poco. Fue entonces que descubrí que mi SSD M.2 había muerto. Al abrir mi laptop para reemplazarlo y pensar en las posibles causas de aquel trago amargo llegué a la conclusión de que lo más probable es que haya muerto por sobrecalentamiento. Mi SSD M.2 no tenía ningún disipador de calor, pero asumí que esto era normal porque ASUS no había puesto uno en mi TUF 505DT. Luego, al revisar los resultados en Google para la pregunta “¿Necesitas un disipador de calor para tu SSD M.2?” los resultados me parecieron bastante obvios.
No queremos que te pase lo que a mí, por eso aquí te presentamos una guía de cómo elegir y colocar un disipador de calor para tu SSD M.2.
Disipador de calor para un SSD M.2: ¿por qué son necesarios?
Por su naturaleza ultra veloz, los SSD M.2 (los que parecen una barra de chicle) suelen generar mucho calor. Esto ocurre porque al almacenar o leer información, los transistores dentro de las unidades NAND (los chips de memoria flash) comienzan a liberar calor.
Para que te des una idea, mi SSD M.2 (un Western Digital SN350) está a 41 grados Celsius cuando mi laptop tiene abierta algunas pestañas de Chrome. Sin embargo, cuando comienzo a instalar un archivo de tamaño considerable (38 GB de Age of Empires IV) la temperatura comienza a ascender hasta alcanzar los 45 grados Celsius.
Buscando más información sobre si es necesario usar un disipador de calor para un SSD M.2 hallé este interesante video de Tech Illiterate, que a grandes rasgos concluye que lo ideal es colocar una protección térmica únicamente sobre el controlador del SSD y no en las unidades NAND. Su razonamiento se basa en tres aspectos: dos artículos que abordan la relación entre la temperatura del SSD y su durabilidad (artículo 1 y artículo 2) y una prueba que realizó a su SSD M.2 utilizando distintos disipadores de calor.
El artículo 2 que cita señala que la temperatura idónea con la que un SSD M.2 puede trabajar es de entre 40 y 70 grados Celsius. Cualquier temperatura por encima comenzará a degradar de forma más acelerada su tiempo de vida.
Igual, no olvides que la temperatura de tu unidad de almacenamiento no depende solamente del estrés al que esté sometido el SSD (gran lectura o escritura de archivos), sino también el calor que emite el procesador o la tarjeta gráfica.
Si estás en una PC de escritorio, otra estrategia para reducir es instalarlo en el zócalo más PCI más lejano del procesador y la tarjeta gráfica, que son los componentes que más calor generan en tu PC.
Si quieres revisar la temperatura de tu SSD, la manera más sencillo de hacerlo en Windows 11 es ir a Configuración, Almacenamiento, Configuración avanzada de almacenamiento, Discos y volúmenes y selecciona tu unidad SSD M.2. En el menú Estado de la unidad verás un estimado de su temperatura.
Si la temperatura está entre 40 y 50 grados Celsius, quizá no necesites un disipador de calor. Sin embargo, si estás entre los 50 y 60 grados, un disipador de calor te ayudará a extender la vida útil de tu SSD M.2.
¿Cómo elegir un disipador de calor para tu SSD M.2?
El aspecto crucial para elegir un disipador de calor para un SSD M.2 es el factor de forma. Sí, todos los M.2 (recuerda que M.2 es el factor de forma) lucen como una barra de chicle, pero el tamaño es crucial para elegir un disipador de calor compatible.
Por ejemplo, los SSD M.2 2280 significa que miden 22 milímetros de ancho por 80 milímetros de largo. Cuando busques un disipador de calor, solo asegúrate que sea compatible con el tamaño de tu SSD M.2 y que sea compatible con tu sistema, una laptop o una PC de escritorio.