Fue un 17 de octubre pero de 2014, cuando la Real Academia Española de la Lengua (RAE) decidió incluir por primera vez la palabra «hacker» en su diccionarios. Sin embargo, el hecho no estuvo exento de polémicas.
La controversia se generó por la definición otorgada: pirata informático.
Sin duda, las reacciones no se hicieron esperar. Por ejemplo, el conocido experto en seguridad informática español, Chema Alonso, en 2014 creó una petición a través de la plataforma Change.org que recopiló más de cinco mil firmas para solicitar a la RAE que modificara la definición de hacker como pirata informático.
Esto generó en 2017 una revisión y la entrega de una segunda definición de la RAE: «Persona con grandes habilidades en el manejo de computadoras que investiga un sistema informático para avisar de los fallos y desarrollar técnicas de mejora».
La ética hacker
Fue un 30 de enero de 2001 en Finlandia, cuando un libro generó la primera aproximación certera al hacker. La Ética Hacker escrito por los sociólogos Pekka Himanen y Manuel Castells y por el conocido Linus Torvalds, el ingeniero informático finlandés y creador original del kernel Linux.
En este texto, sus autores contraponen la ética del hacker con la ética protestante del trabajo a la que se refirió Max Weber en su obra clásica La ética protrestante y el espíritu del capitalismo.
«Frente a la moral presentada por Weber, la ética del trabajo para el hacker se funda en el valor de la creatividad, y consiste en combinar la pasión con la libertad. El dinero deja de ser un valor en sí mismo y el beneficio se cifra en metas como el valor social y el libre acceso, la transparencia y la franqueza», sostiene el texto.
De esa forma, el hacker tendría en cuenta lo siguiente:
- Lucha contra la alineación de las personas
- Igualdad y conciencia social
- Libre acceso a la información
- Preocupación responsable
- Transparencia
- Accesibilidad
- Franqueza
- Curiosidad
- Actividad
¿Lo que vemos el 2020 es más bien un Cracker?
En entera contraposición con el término hacker y de forma despectiva, los especialistas dicen que a los verdaderos piratas informáticos se les debe llamar «crackers».
Una definición formal los encasilla como:
“Un cracker es un individuo que intenta acceder a los sistemas informáticos sin autorización. Estas personas suelen ser maliciosas, a diferencia de los piratas informáticos, y tienen muchos medios a su disposición para ingresar a un sistema». Buscan puertas traseras en programas y sistemas, explotan esas puertas traseras y roban información privada para utilizarla de forma malintencionada.
Esta diferencia sustancial sería importante para reconocer por ejemplo que todos los grupos anónimos que están minando la democracia y están ayudando, por ejemplo, a defraudar elecciones políticas, se enmarcarían dentro de esta categoría.
Ellos también propician la divulgación y desinformación en momentos tan sensibles como el coronavirus, donde entre tanta incerteza se necesitan fuentes y accesos confiables.
De ahí que el papel de los hackers, recogiendo la ética de Himanen, Castells y Torvalds, es luchar en estos días en ayudar a encontrar soluciones.
Citando nuevamente a La Ética Hacker, lo importante es buscar el principio fundacional «se trata de la creatividad, la asombrosa superación individual y la donación al mundo de una aportación genuinamente nueva y valiosa».