Los organizadores habían advertido que había que llegar temprano, y todos fuimos obedientes. Casi con dos horas de antelación, ya muchos estábamos haciendo fila en una de las entradas de la Fira de Montjuic (Barcelona) en el marco del MWC 2018 para conocer y presenciar un producto que —con algún que otro detalle distintivo—podíamos perfectamente prever.
Sí, sí: tal cual. Nadie esperaba encontrarse con alguna sorpresa; pero tampoco nadie parecía desilusionado de antemano. ¿Nos habremos acostumbrado también a este tipo de cosas, a esta especie de sensaciones o emociones prefiguradas de antemano? Es posible que sí. Madre mía…
Lo que ya seguramente sabes: un par de teléfonos (perdón: un muy, muy buen par de teléfonos) que evolucionan (y muy bien), pero que no revolucionan. Un modelo de celular que sigue una línea ascendente de desarrollo tecnológico y que, a la vez, parece no innovar más allá de lo estrictamente necesario. ¿Y dónde se ha de innovar, a día hoy? Exacto: en la cámara. Llegará el día en que dejaremos de hablar de teléfonos con cámaras, y hablaremos ya —de una vez por todas— de cámaras con teléfonos incorporados. Si es que no lo estamos haciendo ya, como ahora.
Y ojo, que no hacía falta ser adivino, ya que la misma invitación al evento lo decía claramente: “La cámara, Re-imaginada”. No nos iban a hablar de lo bien que se escucha cuando te hablan, ni de su cobertura. Ya casi ni siquiera hablan de la conectividad. Puede que nos hayamos distraído en la presentación con tanto vídeo y tanto juego de luces (aquello a ratos parecía una discoteca), pero muy poco se habló de chips, baterías, cargadores, y demás cosas. Se habló de cámaras. O lo que es igual: de imágenes. Los celulares, hoy en día, son transmisores de imágenes. Hace ya rato que lo son.
En cualquier caso, las mejoras son reales, y están allí, aunque muchos podrían no ver mayores diferencias entre un Galaxy S8 y los nuevos S9, salvo por su nueva gama colores. Si quieres conocer estas mejoras a fondo, puedes informarte aquí. Pero había que decirlo también: las diferencias están en los detalles, y si no te los explican, puedes no darte cuenta si tienes en la mano el último Galaxy o el del pasado año.
La presentación corrió por los causes habituales: una especie de enorme cuadrilátero fue recibiendo a los distintos presentadores —DJ Koh, Justin Denison, Jonathan Wong, Erin Willis—, todos los cuales nos dijeron (casi) exactamente lo que esperábamos oír: la cámara; las imágenes; la pantalla. Ah, claro: y la comunicación.
Porque, ¿te acuerdas que el teléfono era una cosa que, alguna vez, se usó para hablar con alguien? Hablar, decir cosas, escuchar cosas. Escuchar incluso silencios, que decían mucho. ¡Bah! Forget about it! Desde hace ya tiempo, la comunicación consiste en el envío y recepción imágenes. Nada de hablar, ni mucho menos, escribir. Eso era antes. Nuestras opiniones, estados de ánimo, pensamientos, incredulidad, alegrías, tristezas, acuerdos, desacuerdos, y un largo etcétera. El evangelio de nuestros días reza: “una imagen vale más que mil palabras”. Y los fabricantes del invento más importante de las últimas décadas (que equivale también al mejor negocio de las últimas décadas) lo saben perfectamente.
Lo importante es la cámara. Lo importante es lo que puedes hacer con ella. Por derivación, importante también será la pantalla en la cual verás las imágenes/vídeos/stickers/emojis/GIFs y cuanta cosa visual enviaremos o nos enviarán. Lo que importa, en el caso de los nuevos modelos: pantallas 5.8 y 6.2 pulgadas. Preciosas. Ya hablarás con los tuyos, en persona, en un cumpleaños, cena de acción de gracias o navidad. Si es que hablas, claro, y no te entretienes todo el rato mirando tu teléfono. ¿Mirando qué? Exactamente: imágenes, móviles o inmóviles, pero imágenes. El teléfono, para las fotos, los GIFs y los emoticonos, que ya todo el mundo te entenderá a la perfección. Además, con ellos no cometes faltas de ortografía…
Visual Comunication, fue el concepto con el cual DJ Koh dio inicio a la presentación, y desde allí se siguió todo: la cámara frontal que cada vez es mejor, la cámara trasera que se adapta a la luz como un ojo humano. Una capacidad de hacer vídeos a cámara lenta por la cual hubiesen matado los videístas y directores de cine de hace no muchos años. Ah, y por supuesto, su “recadito” a iPhone: ustedes crean los Animojis, y nosotros respondemos con los AR Animojis, los cuales vienen a ser lo mismo… con la diferencia que se parecen a nosotros, y no a unicornios ni pollos cantantes. ¿Se parecen en verdad a nosotros? Bueno, sí… de espladas y tosiendo, pero tienen lo fundamental: son imágenes que comunican. Y con eso basta.
Y ahora, a comprarlo.