Un grupo de investigadores del Instituto de Tecnología dirigido por el reconocido científico Robert Langer, ha desarrollado una piel artificial que te quita varios años de encima.
Esta «segunda piel» imita una piel joven y tersa y lo mejor, es que nadie sabrá que la estás utilizando ya que es prácticamente invisible.
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Lo único malo es que el cambio es solamente temporal. El producto pierde la elasticidad eventualmente y al día siguiente tu cara tendrá la misma apariencia de antes.
Langer y su equipo de ingenieros químicos e investigadores médicos llaman a este producto “piel XPL», nombre correspondiente a las siglas de crosslinked polymer layer (capa de polímero enlazado).
La piel mide solamente 70 micrómetros en su punto más grueso, lo cual corresponde a la mitad del grosor de un billete de dólar.
Para asegurarse de que el producto se pegue lo suficiente a la piel y logre suavizar las arrugas, Langer desarrolló un proceso de dos pasos para aplicar la piel.
Primero, se aplica polisiloxano, un plástico hecho de silicona que protege la piel. Posteriormente, añaden un producto con un catalizador de platino que genera que las moléculas de polisiloxano se reorganicen en cuadrícula, lo cual permite que el material se estire y se pegue más contra la piel.
En sus experimentos, los investigadores aplicaron el producto sobre la piel de varias personas. Descubrieron que el material era poco efectivo para mantener la piel húmeda, pero si era muy efectivo al momento de esconder cambios faciales, especialmente las arrugas de las ojeras.
Al utilizar una técnica de fotografía en 3D que puede examinar la superficie de la piel, descubrieron que la piel con XPL era dos veces más tersa que la piel sin el producto.
Estos cambios fueron visibles de forma casi instantánea, y los mejores resultados se vieron cuatro horas después de haber sido aplicado el producto.
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Cuando la capa XPL pierde su elasticidad, los usuarios pueden simplemente despegarla, sin sufrir ningún efecto secundario.
Además del potencial uso en productos cosméticos, los investigadores esperan que esta segunda piel tenga otras aplicaciones en el área médica.
“Es una capa invisible que actúa como una barrera, mejora la estética y puede ser transmisor de un medicamento en un área local que esté siendo tratada”, afirma el Profesor Asociado de MIT, Daniel Anderson en Nature Materials.