Cygnus, un buque de carga espacial sin tripulación, partió de la Estación Espacial Internacional (EEI) el martes 14 de junio, al final de una estancia de 12 semanas. Unas horas más tarde, la NASA le prendió fuego.
El procedimiento de separación se llevó a cabo remotamente por los controladores de la NASA desde la Tierra. Los astronautas de la EEI, Tim Kopra y Tim Peake, ofrecieron asistencia durante la operación.
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Cinco horas después de salir de la estación espacial, la NASA incineró la nave. No, esto no fue un intento deliberado de deshacerse rápidamente de Cygnus, sino parte de un experimento que podrá ayudar a las misiones espaciales, tanto ahora como en el futuro.
El experimento, llamado Safiro-I, le dio a la NASA la oportunidad de estudiar los efectos de un incendio real en una nave espacial. «Esto no ha sido posible en el pasado debido a que los riesgos para realizar dichos estudios en naves espaciales tripuladas son demasiado altos», dijo la agencia en un comunicado.
Fue un experimento muy controlado, en un compartimiento totalmente aislado que no destruyó a toda la nave. La NASA confirmó que los instrumentos a bordo del Cygnus miden el crecimiento de la llama, el uso de oxígeno y más.
Los resultados podrán dar indicaciones mas precisas a cerca de los límites de inflamabilidad de microgravedad con los diversos materiales de las naves espaciales. Los hallazgos también podrían validar los criterios de selección de materiales de la NASA, y ofrecerán una mejor comprensión de cómo la microgravedad y la cantidad limitada de oxígeno afectan al tamaño de la llama.
Ser expulsado de la EEI e incinerado, no completa la misión de Cygnus. La nave debe todavía liberar cinco CubeSat Lemur de un programa de implementación externa el 20 de junio. Formarán parte de una constelación de satélites de detección remota que ofrece el seguimiento de la nave global y monitoreo del clima.
Un par de días más tarde, sin embargo, Cygnus experimentará una sensación de ardor un poco más grave, ya que se desintegrará al entrar de nuevo en la atmósfera terrestre en algún lugar del Océano Pacífico.
La carga que Cygnus entregó a la EEI en marzo, incluyó una impresora 3D de gravedad cero para que los astronautas puedan imprimir herramientas para su uso a bordo de la estación. A medida que avanza la tecnología de impresión 3D, podrá ayudar a reducir el tamaño de los envíos realizados en los buques de carga para los astronautas en el espacio. Así se mejorará la eficiencia y, al mismo tiempo se abre un abanico de posibilidades para las empresas que planean futuras misiones espaciales.
«Con una impresora de a bordo, se puede construir cosas que nunca hubiésemos podido antes – como una antena de la longitud de un campo de fútbol que abastece a Internet de banda ancha a todo el mundo», Spencer Pitman, que ayudó a desarrollar la impresora 3D, dijo a principios de este año.