De Steve Jobs, el genio detrás de Apple, se saben un montón de datos curiosos, como que intentó convertirse en astronauta civil en 1985, meses después de haber sido despedido por la compañía que fundó, o que 11 años atrás timó a su amigo —y cofundador de Apple— Steve Wozniak cuando Atari le pagó $5,000 dólares por el videojuego Breakout, por el que Jobs apenas dio $350 dólares a su socio bajo un abusivo acuerdo.
Se saben incluso cuestiones más personales, como su entusiasmo por el ácido lisérgico, pero se desconoce el sitio exacto donde se encuentra la tumba de Steve Jobs y googlearlo arroja imágenes satíricas entre las que se incluye una lápida con forma de iPod.
Su muerte, el 5 de octubre de 2011, fue objeto de una intensa cobertura mediática que apenas tuvo límite por el deseo de su familia de mantener el funeral íntimo. Las crónicas describen su despedida como una ceremonia pequeña y privada dos días después de su muerte. Después fue enterrado con discreción en el Alta Mesa Memorial Park en Palo Alto, California, donde están sus padres adoptivos (Paul y Clara Jobs) y también descansan los restos de otros pioneros de la tecnología, como David Packard (cofundador de Hewlett-Packard, que dio a Jobs su primer trabajo de verano).
Sin embargo, la tumba de Jobs es anónima y su ubicación exacta permanece como un misterio. ¿La razón? Su familia buscó el anonimato, quizá para evitar que su mausoleo se convirtiera en un sitio de peregrinaje para los fanáticos de Apple.
Que la familia de Jobs haya buscado que la tumba de Steve fuera ilocalizable no evitó que varios fanáticos hicieran expediciones para hallar su paradero. Quizá la más conocida es la que realizó un youtuber italiano, quien aseguró haberla encontrado en un video publicado el 2 de noviembre de 2011 y en el que, a manera de homenaje (conceptos a parte), muerde una manzana sobre la que presuntamente es su tumba.
Aquella búsqueda no sería la última y los youtubers no serían los únicos en sumarse a la cacería de la ubicación del sepulcro de Steve Jobs. El medio financiero Forbes (del que se presumiría ética periodística) no tuvo reparo en hacer público el certificado de defunción de Jobs emitido por el Departamento de Salud del Condado de Santa Clara.
La publicación hizo que aparecieran decenas de mapas para presuntamente dar con la ubicación exacta de la tumba de Steve Jobs en el Alta Mesa Memorial Park, lo que dio pie a otras expediciones de búsqueda públicas en YouTube y cuyos hallazgos no son concluyentes.
Por eso, sobre la voluntad de Jobs acerca del tratamiento de sus restos mortales, solo se sabe lo que consignó a Walter Isaacson en su biografía: “A lo largo de los años habían discutido de manera informal dónde le gustaría que sus cenizas fueran esparcidas, pero ese lunes, dos días antes de su muerte, declaró que no le agradaba la idea de que su cuerpo fuera cremado. Quería que lo enterraran en el cementerio, cerca de sus padres”. Genio y figura hasta la sepultura.