Este 5 de octubre se cumplirán nueve años desde que Steve Jobs falleciera a los 56 años en su casa en California producto de una fuerte metástasis que le provocó un cáncer de pancreas que lo aquejaba desde 2004 y por el que se había hecho un trasplante de hígado en 2009.
El líder de Apple no sólo dejó un vació en su compañía, sino que además en todo el mundo de la tecnología, que aún lo llora y clama por sus creaciones en la empresa que fundó.
Lo cierto es que en sus últimos años de tratamiento, quien estuvo a cargo de su salud fue el doctor David Agus, reputado oncólogo y profesor de medicina que en una entrevista con la revista Forbes de Rusia dio detalles de la muerte de Jobs.
Y una de las primeras cosas que despejó, fue la poca prevención que tomó el otrora líder de Apple.
«Steve nunca ha estado involucrado en la prevención. El más simple es la aspirina. Una de las medicinas más antiguas conocidas por la humanidad, se encuentra en todas las farmacias, es barata. Está comprobado que si toma una dosis baja de aspirina (75 mg) al día, el riesgo de desarrollar oncología se reduce en un 30%, el riesgo de cáncer de pulmón, colon y próstata se reduce en un 46%. La prevención y los exámenes regulares están disponibles para casi todos, independientemente de su nivel de vida», fue uno de sus primeros consejos.
Sin embargo, David Agus está convencido de que el problema fue que Steve Jobs llegó demasiado tarde a tratarse con su equipo médico.
«Steve vino a mí tarde. Los médicos a los que se había dirigido antes estaban equivocados: recomendaron terapia nutricional en lugar de cirugía, y el cáncer se propagó por todo el cuerpo. Fue un error Steve tenía el talento de escuchar su cuerpo y sabía lo que quería. Pero él no es médico. Y al comienzo de la lucha contra el cáncer, tomó la decisión equivocada: rechazó la operación, lo que probablemente podría salvarle la vida», agregó.
El doctor Agus fue más allá, y manifestó que a pesar de todo, logró que el creador del iPhone extendiera muchos años su vida.
«Y, sin embargo, debido a los métodos de tratamiento avanzados, ampliamos su vida durante seis años completos, esto es mucho. No murió poco después de que se anunció el diagnóstico, no murió dolorosamente estos seis años, sino que vivió. Antes de su muerte, logró despedirse de sus amigos y familiares…mi tarea no es curar el cáncer, sino permitir que el paciente viva normalmente hasta el último día. Esta es una tarea no solo para la medicina, sino también para la economía. Una tarea que requiere una estructura social diferente. Y nuevamente, enfatizo que se trata de una actitud fundamentalmente diferente hacia usted y su salud».