Era 2005 y Apple acababa de lanzar la última generación del iPod, uno de los mayores éxitos de la compañía de Steve Jobs.
Fue entonces cuando el ingeniero en software David Shayer, recibió la visita de dos empleados del Departamento de Energía de Estados Unidos (DOE) quienes le solicitaron desarrollar un iPod ultrasecreto para el gobierno de Estados Unidos.
Así lo describe el propio Shayer en una columna en TidBits, blog especializado donde escriben profesionales que trabajaron en Apple.
Como si se tratase de una película, describe la escena de la siguiente manera: “estaba sentado en mi escritorio, escribiendo códigos para el nuevo iPod, cuando el jefe de mi jefe entra abruptamente en la habitación y cierra la puerta. Se vuelve hacia mí y dice: ‘tengo una misión especial para ti y tu jefe no sabe nada al respecto. Debes ayudar a dos ingenieros del DOE a construir un iPod especial. Pero solo me debes informar a mí’”.
Los expertos del Departamento de Energía querían que Shayer desarrollara un iPod con un sistema operativo modificado, capaz de recopilar datos de otro hardware.
“Pero que siguiera funcionando como un iPod normal”, asegura.
El modelo elegido fue un dispositivo de quinta generación, lanzado en octubre de 2005 y que tenía un almacenamiento interno de 60 gigabytes.
Durante el proceso de desarrollo del Ipod secreto, los dos ingenieros —que Shayer menciona como Paul y Matthew— iban regularmente a las instalaciones de Apple para aprender a compilar datos de los sistemas iPod.
Asegura que nunca tuvo acceso a los datos recopilados por el equipo. “Siempre que les pregunté a Paul y Matthew qué estaban construyendo, cambiaban de tema y comenzaban a discutir sobre dónde iban a ir a almorzar”.
Pero cree que es posible que hayan agregado al reproductor de música un contador Geiger, instrumento que se usa para medir la radiación.
“Así tú podrías caminar por la ciudad y escuchar tu música, mientras secretamente registras evidencia de radiactividad, en casos de robo de uranio o ante hipotéticas bombas caseras”, explica el ex-Apple.
Al final del relato, asegura que solo cuatro personas dentro de Apple sabían sobre el proyecto y que ninguna trabaja ya en la empresa. También dice que toda la comunicación durante el proceso se hizo personalmente, por lo que no existe constancia del proyecto que confirme la veracidad de la historia.