El museo Richard Nixon, ubicado en Yorba Linda, California, exhibe un documento que se habría usado si en vez de haberse registrado una histórica proeza para la humanidad, la de la llegada de los primeros humanos a la Luna el 20 de julio de 1969, se hubiera consumado una de las mayores tragedias en la historia de Estados Unidos.
“En caso de desastre lunar”, se titula el discurso que habría leído el expresidente Richard Nixon en televisión nacional si Neil Armstrong y Edwin “Buzz” Aldrin no hubieran superado aquellos 13 minutos de terror que ocurrieron mientras ambos astronautas recorrieron a bordo del módulo Águila los 15 kilómetros que los separaban de la nave Columbia y la ansiada superficie lunar.
El documento, que Nixon nunca utilizó, se lo escribió William Safire, autor de la mayoría de sus discursos. Adornaba una tragedia. “El destino ordenó que los hombres que fueron a explorar la Luna en paz, descansarán en paz en la Luna”. También incluía líneas sobre la resignación de no recuperar los cuerpos de quienes terminaron convertidos en héroes. “Estos valientes hombres, Neil Armstrong y Edwin Aldrin, saben que no hay esperanza para su recuperación, pero también saben que hay esperanza para la humanidad en su sacrificio”.
El discurso, escrito el 18 de julio de 1969, dos días después de que Armstrong, Aldrin y Michael Collins emprendieron su viaje a la Luna, se redactó por protocolo. La Casa Blanca no iba a dejar que el presidente improvisara en caso de una tragedia, así que, por si acaso, Safire le preparó el discurso que recibió H. R. Haldeman, jefe del gabinete presidencial.
Pero quizá minutos antes del histórico alunizaje a las 3:17 p.m. del 20 de julio, el discurso comenzó a adquirir una fatídica relevancia. Según las crónicas del alunizaje, todo iba según lo previsto hasta que Aldrin dio la orden de encender los motores del módulo Águila. La comunicación entre los astronautas y el centro de control comenzó a fallar debido a un problema de orientación de la cápsula Columbia. El remedio fue transmitir la información a Collins (quien permaneció en la Columbia orbitando la Luna) para que él hiciera lo propio con Armstrong y Aldrin.
Para cuando se resolvió el problema de comunicación, resultó que el módulo iba más rápido de lo esperado (a unos 6 metros por segundo). Armstrong, en una maniobra que lo hizo pasar a la historia como un héroe, se hizo del control del módulo hasta que, después de varios minutos de tensión total, logró la proeza.
Entonces se comunicó a la base y dijo: “Houston, aquí base Tranquilidad: el Águila aterrizó”.
El resto es historia. Y el discurso “En caso de desastre lunar” quedó como anécdota de la desgracia que no fue.
“En caso de desastre lunar” (texto completo en español)
El destino ordenó que los hombres que fueron a explorar la Luna en paz, descansarán en paz en la Luna.
Estos valientes hombres, Neil Armstrong y Edwin Aldrin, saben que no hay esperanza para su recuperación. Pero también saben que hay esperanza para la humanidad en su sacrificio. Estos dos hombres están tumbados en el más noble objetivo de la humanidad: la búsqueda de la verdad y la comprensión.
Serán llorados por sus familias y amigos; serán llorados por la gente del mundo; serán llorados por una Madre Tierra que se atrevió a enviar a dos de sus hijos a lo desconocido.
En su exploración, incitaron a la gente del mundo a sentirse como uno; en su sacrificio, atan más fuertemente a la hermandad de los hombres. En la antigüedad, los hombres miraban las estrellas y veían a sus héroes en las constelaciones. En los tiempos modernos, hacemos lo mismo, pero nuestros héroes son hombres épicos de carne y hueso.
Otros seguirán y seguramente encontrarán su camino a casa. La búsqueda de un hombre no será negada. Pero estos hombres fueron los primeros, y seguirán siendo los primeros en nuestros corazones.
Porque todo ser humano que mire a la luna en las noches venideras sabrá que hay algún rincón de otro mundo que es para siempre la humanidad.