Los Simpson se estrenaron el 17 de diciembre de 1989, un día como hoy hace 31 años. Desde ese momento icónico, la serie animada se ha convertido en uno de los programas de televisión más populares de todos los tiempos.
Son millones de espectadores alrededor del mundo y más de treinta premios Emmy los que confirman el éxito que ha tenido este show, y que convierten a la mítica familia amarilla en una de las más queridas.
Sin embargo, así como muchos coinciden en que el éxito de Los Simpson es innegable, también reconocen que la serie ya no es lo que era en sus inicios, o por lo menos, en sus primeras quince temporadas, aunque varios señalan que el declive se produjo mucho antes.
Es evidente que los capítulos han perdido interés en las últimas temporadas y no son pocos los que se atreven a proponer si no será este un buen momento para que los desarrolladores vayan pensando en el fin del programa.
Hoy, la serie se apoya solamente en la nostalgia, en el cariño que los fanáticos tenemos por las temporadas iniciales.
Es tan notoria la pérdida de calidad en la historia, que incluso existen teorías que intentan explicar por qué la serie se ha vuelto tan, digámoslo, aburrida.
Antes eras chévere…
Los Simpson iniciaron como una sátira sobre la sociedad de Estados Unidos y fue uno de los primeros dibujos animados que dejó al descubierto los aspectos más críticos de la idiosincrasia norteamericana.
Sin embargo, con el transcurso de las temporadas, el programa ha perdido ese carácter irreverente y hoy solo resulta una parodia insípida.
Muchos fanáticos también disparan contra el equipo de guionistas y los cambios que han sufrido los escritores durante los últimos años.
A los más recientes los acusan de escribir guiones flojos y sin ambiciones, convirtiendo los episodios en un resumidero de chistes sin sentido y con un precario hilo argumental que los une.
El más perjudicado de todo esto ha sido Homero, quien en la actualidad es un personaje idiotizado y sin gracia.
Sin embargo, las distintas teorías de fanáticos van más allá y son capaces de situar un episodio en particular como el que evidencia el quiebre entre guionistas y audiencia.
No hay emoji que describa lo que siento
Ocurrió en la novena temporada, específicamente en el segundo capítulo titulado «The Principal and The Pauper» («Vida prestada», en español), emitido en septiembre de 1997.
En aquel episodio se revela que el director Seymour Skinner es en realidad un impostor, cuyo verdadero nombre es Armando Barrera.
Este giro en la trama no les gustó para nada a los espectadores, ya que Skinner era uno de los personajes más populares.
Fue tanta la molestia que se considera que el capítulo marcó un quiebre en toda la historia, además de cambiar la manera en que los televidentes seguían la serie.
Este detalle en la historia ni siquiera le gustó a su creador Matt Groening ni al actor que le prestaba la voz a Skinner (Harry Shearer), quien fue severo con los que estuvieron detrás de esta revelación.
«Esto está muy mal. Estás tomando algo que la audiencia ha construido por ocho o nueve años y lo lanzas a la basura sin ninguna razón. Es un insulto para la audiencia, básicamente castigar al público por poner atención», señaló el actor.
Probablemente este debió ser el punto de inflexión para que los encargados reflexionaran respecto a qué esperaban para el futuro de la serie o cómo imaginaban las próximas temporadas.
Sin embargo, todo parece indicar que desde ese instante la relación entre los guionistas y lo que la audiencia esperaba del programa se fue haciendo cada vez más distante.
Hoy no queda más que preguntarse si no es ya un buen momento para decir adiós.