Cuando leas esta nota, posiblemente sabrás que Samsung ha presentado un nuevo teléfono insignia, llamado Galaxy Note 10. El gigante tecnológico no se conformó con uno, sino que le agregó un plus, pues también ha revelado el Galaxy Note 10+.
Ignoramos en qué lugar de Corea del Sur, pero asumimos con toda certeza que ya hay gente trabajando en el Note 11. Tal como lo declaró alguna vez Tim Cook, el CEO de Apple: cuando se lanza un teléfono, ya se está desarrollando el próximo.
Hasta no hace mucho, el ciclo de un teléfono era de dos o tres años, pero con esta obsesión por sacar uno tras otro, hay compañías -como el propio caso de Samsung– que lanzan un modelo cada seis meses.
¿Cómo fue que llegamos a este escenario? Es una carrera sin sentido para inventar la rueda donde no hay mucho espacio para innovar. No nos engañemos: el mercado de los teléfonos móviles está tremendamente explotado. Hoy, la única real novedad pueden darla los prestadores de servicio.
Léanlo bien: queremos 5G, no un teléfono nuevo cada seis meses.
Más delgado, liviano y ya sin el puerto de audífonos de 3.5 mm, el Note 10 es, sin duda, un gran producto. Samsung ha dicho que sus clientes son fieles a la marca y seguramente irán corriendo a las tiendas por uno nuevo.
Yo no estoy muy seguro, pues ninguna de las particularidades anteriormente citadas justifica los casi $1,000 dólares que -en promedio- cuesta hacerse de uno de los equipos de la flamante gama.
Y esto no para: tendremos novedades cada mes, prácticamente, de aquí a que termine el año. Veremos un iPhone, un Pixel 4 y otro LG por ahí. No olvidemos a Huawei, que seguramente cerca de noviembre nos revelará alguna sorpresa.
El alto valor de los teléfonos es otra de las tendencias que deben acabarse. De partida, porque en los países con medianos y bajos salarios, están al alcance de muy pocos. Entonces, yo me pregunto a quién quieren las empresas satisfacer con estos lanzamientos tan frecuentes de unidades carísimas.
Quiero pensar que solo es una estrategia de mercadotecnia. Es decir, hoy y los próximos días seguramente hablaremos de Samsung, hasta que aparezca el nuevo iPhone durante la segunda semana de septiembre. Y así sucesivamente.
Para todos los fabricantes, mi humilde petición es que detengan esta tendencia, pues no beneficia a nadie. ¿Saben por qué? Porque nos estamos cansando de ver siempre lo mismo: la misma presentación, los mismos actores y, en algunas ocasiones, casi los mismos modelos de teléfono.