Puede que algunos todavía no se hayan enterado, pero esta semana ha habido un escándalo en Google tras el despido de un trabajador que había enviado un manifiesto machista criticando las políticas de la compañía.
Ahora bien, junto al debate de si Google ha tardado mucho, o no, en reaccionar o castigar al autor de dicho manifiesto, se suma también otro debate sobre si la medida tomada por el gigante de Silicon Valley ha sido desmedida o justa.
El problema radica en que continuamente nos rasgamos las vestiduras ante la necesidad de una libertad de expresión real. Es decir, las redes sociales se llenan de comentarios aludiendo a una mayor libertad de expresión, en contra de cualquier tipo de represión y alusiones varias sobre la importancia de que cada uno opine libremente (y respetuosamente) de lo que considere.
Se critica y mucho lo políticamente correcto y algunos usuarios aseguran estar hartos de que siempre tengamos que medir las palabras que decimos hasta el punto de no poder expresar sin tapujos, sin tabúes y sin censuras lo que uno verdaderamente piensa.
Ahora bien, ¿qué pasa cuando alguien opina o critica algo y nos parece indignante, intolerable y fuera de lugar? Entonces, las cosas cambian y las redes arden en contra de esa persona y esa opinión personal.
Pues eso parece haber ocurrido con un trabajador de Google que, internamente, había difundido un manifiesto o mensaje que, al parecer, va en contra del código de conducta de Google.
Y mientras algunos piensan que, simplemente, ofrece su opinión sobre algunas políticas de la empresa, otros consideran que no sólo lo que dice está fuera de lugar, sino que no tiene ni pies ni cabeza (no tiene ningún sentido), como decimos en España, y además ofrece una visión muy machista.
En el manifiesto, que se titula “La burbuja ideológica de Google”, el trabajador en cuestión asegura que la razón de la escasa presencia de mujeres en el sector tecnológico se debe a “diferencias biológicas” o, en otras palabras, que las mujeres son inferiores biológicamente. “Estoy diciendo que la distribución de las preferencias y habilidades de hombres y mujeres difieren en parte debido a causas biológicas y que estas diferencias pueden explicar por qué no vemos la misma representación de las mujeres en el ámbito de la tecnología y liderazgo”, añade.
Por ello, insiste, las mujeres, por lo general, “prefieren trabajar en áreas sociales o artísticas” mientras que a los hombres “les gusta programar”.
Y la verdad es que sus opiniones no me pueden parecer más simplistas, desacertadas, antiguas e irracionales, pero ¿es eso motivo suficiente para que le despidan? ¿O se podría haber tomado otra medida?
Considero que todo en la vida es criticable y opinable, pero siempre sin sobrepasar ciertos límites. No siempre tenemos que estar de acuerdo con las políticas de nuestra empresa o con nuestros jefes.
Sin embargo, el problema es que la línea que dibuja esos límites es tan fina que uno a veces no sabe cuándo la sobrepasa. Además, los límites pueden ser muy diferentes según la persona. Puede que lo que unos consideran inadmisible, a otros no les parezca tan ofensivo. Y una opinión se vuelve nuestro peor enemigo.
Además, otra duda que me plantea este caso es que, si Google despide a esa persona por considerar inadmisible ese contenido y que va en contra del código de conducta de la compañía (lo que me parece bien), entonces ¿por qué no despide a todos aquellos compañeros y otros trabajadores que opinan igual que el autor del manifiesto y que apoyan su visión u otras peores? Tal vez es que si no queda reflejado por escrito no se ha dicho, no lo sé. O, como decimos en España, es que tenemos una “doble vara de medir”.
Además, no puedo evitar preguntarme: ¿hubiera Google despedido al trabajador si el manifiesto no hubiera salido a la luz? ¿Puede ser que en este caso la presión mediática y la opinión pública hayan pesado demasiado?
Sin duda, a mí todo esto me hacer pensar un poco. Y, aunque ya me gustaría que muchas empresas actuaran con la dureza con la que lo ha hecho Google ante cualquier comentario o acto machista, que ocurren y demasiado a menudo, no puedo evitar preguntarme si este gigante ha actuado así porque considera que es lo correcto y para sentar un precedente en la compañía o porque se ha visto, de alguna manera, presionado a hacerlo.
¿Qué opinan ustedes, queridos lectores?