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La pelea del siglo entre dos fans: Apple vs Android

Los clásicos son inevitables en la vida, todos tenemos un némesis, esa persona que es la competencia y el modelo a derrotar. Y en el mundo de la tecnología ese enfrentamiento indiscutiblemente se da entre Apple y Android.

Por eso, en el equipo de Digital Trends en Español, echamos a correr las apuestas en el ring, y José Mendiola en una esquina defiende su amor por Apple, y Juliana Jara en la otra parte del cuadrilátero va por la creación de Google.

Lo confieso: soy fanboy de Apple

steve jobs evento de Apple
Imagen utilizada con permiso del titular de los derechos de autor

Lo recuerdo como si fuera ayer: la familia que me acogió durante un verano en Estados Unidos para aprender inglés tenía una pregunta importante que formularme. Nos situamos en el año 1985 y yo, todavía con el jet lag tras un viaje de 20 horas, escuché atónito: “¿Te gusta más Pepsi o Coca-Cola?”. Para mí, era una duda menor, puesto que realmente me bebía indiferentemente las dos, y fue muy sincera respuesta. Craso error. Ahora los atónitos eran ellos, y pronto se puso cada uno a defender sus posiciones; como no podía ser de otra manera, en mi familia había fans de una y otra marca y todo parecía que el conflicto podía escalarse con facilidad. Pues bien, esto nos pasa ahora también ahora y con una marca mucho más cotidiana: Apple.

Pero antes de comenzar a analizar el fenómeno desde un punto de vista pasional, conviene aclarar que hay dos perfiles de usuarios: el primero, el que no atiende a razones y defiende la marca de su elección a muerte sin ningún criterio crítico, y el segundo, el que elige una marca por convicción pero no tiene problema en ‘traicionarla’ si encuentra una opción mejor. Me adscribo sin dudarlo a este segundo grupo, aunque reconozco que los de Cupertino tienen una gran capacidad de seducción, gracias, en parte, a su gran departamento de marketing.

En busca de la excelencia

Apple Think Different Original Ad 1997

Si hay algún psicólogo leyendo esto seguro que sabe interpretar mucho mejor que el fenómeno, básicamente, responde a un principio de identidad que nos acompaña desde el comienzo de los tiempos, pero también a otros aspectos muy interioridades en nuestra psique. En el caso de Apple, la compañía lleva en su ADN la obsesión de Steve Jobs por la excelencia: no basta cualquier diseño y no sirve una solución ideada en poco tiempo: hay que ofrecer al usuario la mejor opción después de haber descartado miles de ellas. Evidentemente, esta obsesión por lo perfecto y simplista llega al usuario y quien compra Apple sabe que se lleva un producto de muy elevada calidad y que le durará tiempo. ¿Cuánto?

Aquí es donde entra la segunda variable, la de los sentimientos y la identidad. El comprador de tecnología se mueve por extraños derroteros en los que ser de los primeros en mostrar el último modelo de teléfono le puede llevar a hacer largas colas. Pero además, los principales fabricantes se han preocupado mucho en su publicidad en tocar la fibra sensible de sus compradores con anuncios que van directos al corazón. Y también incitan la rivalidad ¿quién no recuerda la campaña “Hola, soy un Mac” que ridiculizaba a las PC? ¿Y las de Samsung criticando el notch del iPhone?

Fanatismo vs racionalidad

Samsung Teases iPhone 5 With Their New Commercial

Como puedes ver, en este cóctel se mezclan dos ingredientes opuestos, como el agua y el aceite: el sentido común y los sentimientos. Y ambos llegan en la misma comunicación. Por un lado, muchos fanáticos de una marca en concreto, optan a ella por la seguridad que les aporta la adquisición de alguno de sus productos: yo compro Apple porque sé que no habrá sorpresas y que el producto será sólido, duradero y con un funcionamiento sin fisuras. ¿Quiere esto decir que únicamente compro Apple? No en mi caso. En lo que toca a las bocinas inteligentes, prefiero las de Amazon y en cuanto a la computadora portátil, he sido varios años fiel usuario de las Surface.

Pero el fenómeno del ‘fanboismo’ muestra su lado más duro cuando la parte irracional toma el control. Conozco personalmente a gente que puede llegar a enfadarse si se sugiere que, en la opinión de uno, Apple ofrece un ecosistema más homogéneo que Google, o cuando menos, les cambia el semblante. De alguna forma, la parte afectiva se ve agredida y en este punto uno puede esperarse cualquier tipo de reacción. Y puede confirmarse que es tan fuerte la atracción que ofrece una marca hacia sus seguidores como el rechazo que provoca en sus rivales.

La tupida trama de la imagen

Antes hemos hecho referencia al primitivo sentimiento de identidad que acompaña a la humanidad desde sus orígenes, pero juega también un importantísimo papel la imagen que queremos proyectar. Siguiendo con la referencia de Apple, la campaña ‘Think Different’ no pudo ser más transparente a la hora de presentar la marca: quien compre un producto Apple es un rebelde, alternativo y que va mucho más allá de lo convencional. En este punto la racionalidad se ve dulcemente seducida por la trampa de la imagen: uno es capaz de convencerse a sí mismo de la calidad superior de un producto dado por la huella que ha dejado un marketing constante previo.

¿Qué determina, entonces, la compra de una marca? Nadie va a reconocer que es un fanboy (incluso yo mismo me he medio escapado de este adjetivo en el segundo párrafo): todos nos creemos compradores racionales y con un gran juicio. Pero nos estamos engañando: el proceso de compra viene dictado, salvo en contadas excepciones, por el lado más profundo y oscuro de nuestro subconsciente, y nadie puede escapar a ello.

Lo confieso: Android tiene mi fidelidad

Julian Chokkattu/Digital Trends

No fui amante de la tecnología a temprana edad. A diferencia de mi hermano, quien construyó la computadora de la casa, era una niña feliz que veía animé, jugaba Super Nintendo y escondite con otros niños del vecindario. No recuerdo cuándo fue la primera vez que escuché de Apple, pues nunca vi sus míticos avisos comerciales, pero en mi adolescencia me dejé llevar y compré mi primer (y último) producto de dicha marca: un iPod Nano.

Gasté $200 dólares y la decepción no pudo ser mayor. La frustración al no poder pasar mi música a la computadora fue inmensa. Luego descubrí que otros reproductores de mp3 sí contaban con esa libertad. Desde allí empezó mi desdén hacia Apple.

Para haber sido una empresa nacida en un país que se jacta de ser “la tierra de los libres”, Apple no podría encadenarte más. Y a pesar de que en los últimos años se ha abierto hacia otros sistemas, en el pasado era absolutamente incompatible con productos de terceros. El mantra del “end to end control” de Steve Jobs no podía ser más literal.

A lo largo de los años, gracias a su marketing, la marca pudo crear un ejército de zombis que salen a comprar cualquier nuevo producto que lance. No puedo negar que Apple ha sido genial en sus estrategias y sus cifras de ventas lo demuestran.

Por el lado de la computación, tuve un HP mucho tiempo, hasta que compré uno de los últimos Vaio en 2011. Hoy, trabajo con un Dell XPS 13 que me encanta. Nunca fui realmente fiel a alguna marca en particular y no entendía por qué la gente prefería comprar un dispositivo de Apple que era el doble de caro respecto de la competencia, que muchas veces traían mejores características. Lo único que veía era personas alardeando. Alguna vez, alguien me comentó que prefería los iPhone porque la empleada de su casa tenía Android. No me dio ninguna razón técnica en su toma de decisión. Para él, era una cuestión de estatus y nada más.

La revolución de los Pixel

Mi primer teléfono inteligente fue un HTC Evo que cambié al poco tiempo por un Motorola Photon, seguido del Moto X, uno de los dispositivos que más me han gustado (de los teléfonos tontos, fue el Motorola Razr el que se llevó mi corazón). Pero mi agnosticismo cambió cuando Google lanzó su primer Pixel.

Problemas del Google Pixel 4
Imagen utilizada con permiso del titular de los derechos de autor

Me llamaba la atención que la empresa que desarrolló Android tuviera ahora su propio hardware. De cierta forma, es el mismo principio de los iPhone, pero funciona con un sistema abierto para otros fabricantes. Desde entonces, me he mantenido como una fiel usuaria de los Pixel: tienes el sistema operativo más limpio, sin pieles o bloatware y un teléfono realmente fabuloso.

Por cuestiones laborales utilicé un iPhone por un mes hace un año y medio. Utilicé FaceTime y demás gimmicks que ofrece la marca, pero la verdad, no me pareció nada deslumbrantemente único. Ya estaba acostumbrada a utilizar otros sistemas para hacer lo mismo y los seguí usando por encima de las opciones de Apple. Al cabo del mes, volví corriendo a mi Pixel.

Hoy no podemos decir que los Android sean mucho más baratos que los iPhone. La realidad es que hay muchos teléfonos tan caros como los de Apple, con la diferencia de que puedes encontrar más variedad en el mercado. Hay innumerables teléfonos de gama baja, media y alta, para todos los bolsillos y con características muy distintas entre sí. Si quieres algo de Apple, solo tienes una opción y ya está. Quizás por esto en 2016 la marca lanzó el iPhone SE, su primer móvil “barato” y tardó cuatro años en lanzar la segunda versión (una eternidad en el mundo tecnológico).

Vivo con un Apple fanboy, a quien la costumbre lo mantiene en el ecosistema de Apple. Los usuarios que llevan años inmersos allí tienen dificultades en salir. Por tal motivo, llegamos a un acuerdo: mi Google Home y Alexa por su Apple TV. Es el único producto de Apple que he tocado en años.

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