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Un robot comebasura fluvial de Chicago es ejemplo del futuro del crowdsourcing

Urban Rivers Imagen utilizada con permiso del titular de los derechos de autor

Si vas a visitar el Río Chicago este verano encontrarás un intrigante elemento nuevo junto a la fauna local. Entre el sinnúmero de aves, peces y alguno que otro castor o nutria, los paseantes observadores podrían detectar un pequeño robot, parecido a una balsa y no mucho más grande que una tabla de natación para niños, que deambula perezosamente por el río. Es el Trashbot, creación de una startup de Chicago llamada Urban Rivers, un colectivo de ecologistas, robotistas y otros variados “istas” que utilizan tecnología de punta para limpiar desechos en el área.

De cierto modo el Trashbot parece una versión acuática de la Roomba, la aspiradora autónoma que ya se puede encontrar en cada vez más hogares. Pero no lo es. Aunque su libertad de movimiento y la falta de operadores físicos podrían dar la impresión de que es un vehículo que se conduce solo, eso no podría estar más lejos de la verdad. De hecho, en cualquier momento el Trashbot podría estar siendo controlado por alguno de los aproximadamente 4,383 millones 810 mil 432 usuarios de internet que se calcula que existen en la actualidad.

Gracias a avances tecnológicos recientes, incluyendo el ubicuo acceso a internet alrededor del mundo, cualquiera con conexión a la red puede ingresar al sitio de Urban Rivers y tomar un turno de dos minutos piloteando al Trashbot. La meta de la compañía es que se use este tiempo para dirigir al Trashbot hacia basura que puede ir recogiendo a sus alrededores, para luego llevarla a un punto de recolección en la orilla del río, donde más tarde se la pueden llevar.

Urban Rivers Imagen utilizada con permiso del titular de los derechos de autor

El Trashbot tiene programado comenzar a operar a fines de este mes, y debe estar en uso continuo para junio. Aunque no podrás probarlo por ti mismo hasta entonces, los posibles usuarios pueden darse una idea de cómo funcionará echando un vistazo a una demostración en línea en una piscina de pruebas llena de patos de hule. Esta demostración le proporciona a cualquiera que tenga conexión a internet la oportunidad de probar su propio (al menos durante unos minutos) robot recogedor de basura.

SALVANDO AL ZOONIVERSO

Chris Lintott es profesor de Astrofísica en el Departamento de Física de la renombrada Universidad de Oxford en Reino Unido. Hace 12 años, Lintott se encontraba trabajando con un estudiante en un proyecto relacionado con el análisis de la forma de las galaxias. Igual que la búsqueda de basura en el Río Chicago, esta era una tarea más adecuada para las habilidades de clasificación humanas que para la inteligencia artificial. Sin embargo, tras clasificar 50,000 galaxias, el estudiante cayó en cuenta de que necesitaban ayuda.

“Creamos un sitio que pedía al público que nos ayudara con las clasificaciones de las galaxias”, comentó Lintott a Digital Trends. “No tenías que saber qué era una galaxia ni haber tenido ningún interés previo en la astronomía. Pero la gente acudió en masa al sitio y proporcionó lo que resultaron ser cientos de millones de clasificaciones”.

Esto resultó una revelación, especialmente cuando se corrió la voz acerca del proyecto. “Empezamos a ser contactados por otros investigadores que se ahogaban en sus propios datos, de todo desde proyectos de imágenes biomédicas hasta otros proyectos de astronomía y cosas de humanidades y ciencias sociales”, agregó. Lintott ayudó a fundar Zooniverse, una plataforma parecida a un Kickstarter pero para investigaciones, en la que investigadores pueden reclutar ayuda masiva del público para algunos proyectos a gran escala que son demasiado grandes para unos cuantos científicos.

Zooniverse Imagen utilizada con permiso del titular de los derechos de autor

Cuando el Huracán Irma devastó varias islas del Caribe en el 2017, un grupo llamado Planetary Response Network utilizó Zooniverse para hacer un llamado al público. ¿Su petición? Ayuda para examinar imágenes satelitales de la región Y poder crear mapas para los rescatistas, mostrándoles qué caminos estaban bloqueados, cuáles edificios habían sufrido daños e incluso dónde se reunían los grupos de refugiados. Los resultados fueron invaluables como herramienta de primera respuesta para los trabajadores humanitarios que llegaban a la región.

MÁS ALLÁ DEL ACTIVISMO ONLINE

Algo que el Trashbot y el Zooniverse demuestran es que existen problemas grandes que se pueden enfrentar (o al menos, ayudar) por medio de proyectos de colaboración masiva. Normalmente son tareas que tienen una visión centralizada comunicable, pero que son divisibles entre pedacitos digeribles que a pesar de ser pequeños ofrecen la posibilidad de que las personas realicen contribuciones verdaderamente significativas.

La llegada de nuevas tecnologías, como los drones y otros robots que ofrezcan diferentes perspectivas del mundo, hará este entorno aún más interesante. Y el caso es el mismo para las herramientas de realidad virtual de vanguardia que hacen posible que uno no solo experimente con las imágenes de un lugar, sino también con sus sonidos, sabores, olores y texturas, desde cualquier punto del planeta.

Haciendo esto, proyectos como estos podrían ayudar a estimular la participación cívica, haciendo que la gente se involucre más en el cuidado de su entorno inmediato, además de los lugares lejanos. Sin duda es mejor que la tendencia del “activismo de sillón” o “clicktivismo”, que permite que las personas se sientan bienhechoras solo porque hicieron click en el “me gusta” de la página de Facebook correcta. (Aunque, igual que el clicktivismo, iniciativas como el Trashbot sí te permiten actuar en pijama desde la comodidad de tu sofá).

“Creo que este tipo de tecnologías de presencia remota es una herramienta extremadamente útil en términos de crear una experiencia en torno a algo que podrías no ver desde el lugar en el que vives”, comentó Nick Wesley, uno de los cerebros detrás del proyecto. “Cuando alguien encuentra algo o explora algo por su cuenta, eso realmente hace que se involucre más. Apenas estamos llegando al punto en que este tipo de cosas es factible. Creo que eso es genial. Existen muchos campos diferentes que pueden hacer uso de este enfoque para resolver problemas muy grandes. Mientras incrementemos el nivel de interacción, esto se volverá cada vez más emocionante”.

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